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Reportaje:

Abraham vive en el Plantío

El estadístico Julio Alcaide tuvo 20 hijos y recibió cinco premios de natalidad

El 19 de marzo de 1962, el Día del Padre de hace 32 años, el matrimonio formado por Julio Alcaide y María del Carmen Guindo, con 17 hijos, recibía el premio provincial madrileño de natalidad. Aparte de las 15.000 pesetas del galardón, Franco les entregó personalmente un retrato firmado por él mismo en el que se podía leer: "Con la gratitud de la patria". La dedicatoria del caudillo, por exagerada que parezca, era fiel reflejo de la admitración que entonces se profesaba a las familias numerosas, en una España en la que el control de natalidad era ejercido directamente desde el cielo. Cuantos más hijos, mayor bendición divina. Los Alcaide, los Fragoso del Toro, los Piñana o los Badolato, familias a las que muchos recordarán todavía por sus habituales apariciones en la prensa de la época, sabían que cada hijo traía un pan debajo del brazo.Julio Alcaide, de 73 años, que trabaja en la actualidad en el Fondo para la Investigación Económica y Social (Fundación Fíes), ya tenía a los 21 años de casado una prole de 20 muchachos (10 niños y 10 niñas), y durante un tiempo recibió del Instituto Nacional de Previsión 9.000 pesetas mensuales de subsidio. Para cobrar esta cantidad, muy elevada entonces, tenía que darse una condición: tener 14 hijos menores de 14 años, un juego de imposibles que se logró gracias a tres parejas de mellizos.

Maraña numérica

Por fortuna, Julio Alcaide, economista, se había especializado en la rama de estadística, lo que le permitió comprender no sólo la maraña numérica en la que se encontraba inmerso, sino pagar los cinco botes de leche condensada, las 25 barras de pan, las dos docenas de huevos, los cinco kilos de patatas, los tres kilos de carne y los 15 kilos de frutas que sus hijos se comían diariamente.

Tuvo que recurrir al pluriempleo para juntar las 30.000 pesetas de gastos mínimos que su familia necesitaba. Julio Alcaide asegura, sin embargo, que no le ha costado demasiado esfuerzo sacar a su familia adelante. "He tenido que trabajar mucho, pero el trabajo para mí no ha sido nunca esa maldición bíblica. "Ningún nacimiento fue causa de problema, preocupación o frustración".

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Reconoce, además, que antes había menos dificultades para mantener a una familia numerosa. "La protección a la familia era intensísima. En el sector privado funcionaba una institución llamada los puntos, y que podía incrementar hasta un 20% la nómina. Estábamos exentos del impuesto sobre el rendimiento del trabajo, no se pagaban colegios ni transporte y teníamos preferencia en el empleo". De todas las ayudas, la que más agradeció fue el millón de pesetas que les dió el Gobierno y que fue destinado a la compra de una casa de 400 metros cuadrados en la avenida de Islas Filipinas, en la que todavía residen los tres hijos solteros mientras que Alcaide y su mujer se han trasladado a una casa de la urbanización El Plantío.

Entre los recuerdos, selecciona los veraneos en Robledo de Chavela, cuando en su 600 tenía que trasladar a todo el mundo, lo que suponía tres o cuatro viajes. La única sombra es la muerte accidental de uno de sus hijos cuando tenía 13 meses.

A su mujer, María del Carmen, que, sumando todos los meses, estuvo 13 años embarazada, la define "como una navarra de armas tomar y con todas las virtudes necesarias para poner orden en una casa como ésta. Ella no quiere aparecer en este reportaje, pero te diría que la etapa más feliz de su vida fue aquella en la que siempre tenía un bebe entre sus brazos".

Este Abraham del siglo XX, abuelo de 35 nietos, que tiene en su haber cinco premios de natalidad, está orgulloso de que sus 19 hijos -ocho economistas, dos veterinarios, dos matemáticos, un médico, tres enfermeras, una licenciada en filosofía y dos diplomados- estén todos trabajando, más que nada por desafiar de nuevo a la estadística.

Pan, orden y disciplina

Si algo no se le puede reprochar a Julio Alcaide, es haber contribuido al envejecimiento de la población que angustia a Europa. Alcaide, como economista y estadístico, reconoce que la situación "empieza a ser gravísima, pero no crece que la actual coyuntura económica permita establecer las compensaciones económicas que existían en los sesenta para primar la natalidad. "Subsidios familiares de las dimensiones que existían entonces, desde luego que no se van a volver a dar. El tremendo déficit público hace imposible pensar, solamente pensar, en adoptar medidas para animar a las familias a tener más hijos".Cuentas aparte, hay otros factores, como la incorporación de la mujer al trabajo o la atenuación de las connotaciones religiosas, que permiten hablar de dos modelos familiares distintos en apenas 20 años. "Son dos mundos diferentes, que no se pueden comparar y, además, me parecería injusto hacerlo".

Un buen ejemplo es su hijo Pablo, presente en la entrevista, que sólo ha aportado al clan Alcaide dos vástagos. "La familia numerosa me parece una maravilla. A mí me encantaría tenerla, pero sería una locura porque no la podría mantener".

Sin embargo, los Alcaide aseguran que una role tan numerosa es más fácil de meter en cintura que una familia menos prolífica, porque con 20 hijos no hay tiempo para mimos exagerados o atenciones privilegiadas.

"Los egoísmos se suavizan. No hay excepciones y todos son tratados de la misma manera. Mis hijos asumieron desde muy pequeños que su vida iba a depender de su propio esfuerzo". Orden, disciplina y cierta jerarquía por edades para hacer cumplir las consignas paternas son suficientes. Al final va a tener razón ese periodista que en abril del 62 aseguraba: "En una casa crea más problemas el nacimiento del primer hijo que del duodécimo".

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