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Escándalo en la votación de la reforma laboral

Un cruce de insultos por la diferencia de diputados en dos votaciones paralizó el Congreso tres horas

"Un 23-F institucional". Así definían algunos diputados, con soma, el encierro que sufirieron ayer en el hemiciclo durante una hora y tres cuartos, tras otros 60 minutos de gritos ("¡tongo!, ¡tongo!"), discusiones, pateos, increpaciones e insultos. Todo empezó cuando el PP planteó dudas sobre el resultado de dos votaciones consecutivas, que arrojaron una diferencia de seis votos, a sus enmiendas a la reforma laboral. Tras haber desencadenado una huelga general, la polémica ley siguió ayer su camino de sobresaltos y fue la protagonista de la sesión parlamentaria más tumultuosa que se recuerda desde el inicio de la transición, excepción hecha de la asonada del teniente coronel Antonio Tejero.

El Congreso quedó paralizado durante tres horas. Por distintas razones, todos contribuyeron a un espectáculo prolongado, insólito y grotesco. El PP, al plantear irregularidades en las votaciones. El presidente en funciones, José Beviá, al permitir un debate cruzado durante una hora sin acertar a adoptar una solución. El Gobierno, con su ausencia. Ni un solo ministro asistió a un solo minuto de la discusión ni a la votación de la ley que ayer era objeto del debate del pleno de la Cámara, una de las tres normas que componen la polémica reforma laboral.El trámite de la ley de medidas urgentes de fomento de la ocupación ha quedado suspendido, dado que se ha iniciado una investigación de los hechos por parte de la Mesa y los servicios técnicos de la Cámara para detectar posibles anomalías en las votaciones de las enmiendas de la oposición. Hasta que se conozcan los resultados no se votará el texto articulado de la norma completa, paso previo para que la ley se remita al Senado.

Los incidentes comenzaron al mediodía, cuando se votaban las enmiendas populares. En la primera votación, a las 12.11, de un grupo de cinco enmiendas del PP, el sistema electrónico registró 308 presentes, con 153 votos a favor de las enmiendas, 155 en contra y ninguna abstención. En la votación posterior, a las 12.12, sobre el resto de las enmiendas, los presentes, según las actas, fueron 302, de los que 125 votaron a favor, 171 en contra y seis se abstuvieron. Entre ambas votaciones había seis votos de diferencia. El reglamento del Congreso obliga a que durante una votación se cierren las puertas del hemiciclo para que los diputados no puedan entrar o salir. Entre ambas votaciones había transcurrido apenas un minuto.

Los diputados del PP advirtieron a su portavoz, Rodrigo Rato, de las presuntas irregularidades. Con gritos y pateos se hicieron acusaciones de que algunos diputados del PSOE habían votado por otros ausentes y de que otros habían entrado en el hemiciclo después de que Rato llamase la atención del presidente en funciones de la Cámara. Rato pidió el recuento de los presentes y que se cotejase esa cifra con las de las tres últimas votaciones, según los datos del marcador electrónico.

Entonces se desencadenó una tormenta de abucheos, pateos y gritos de "tongo, tongo", mezclada con una catarata de intervenciones de todos los portavoces de los grupos. Ofrecían distintas soluciones a Beviá -Félix Pons, titular de la Presidencia se encuentra de viaje oficial en Chile- sin que éste optase por alguna que fuera aceptada por la mayoría.

Entre tanta confusión, Carlos Solchaga, portavoz del Grupo Socialista, rogó a quienes hubiesen entrado indebidamente en el hemiciclo que se ausentasen. Ningún diputado lo hizo. Rosa Aguilar (IU), Pilar Rahola (ERC) y Rato insistían en exigir un recuento de los presentes. Rato aseguraba: "Salvo prueba en contrario, los presentes son 302 y los votos 308. Hay un vídeo para comprobarlo".

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Espoleado por voces que le instigaban a intervenir desde los escaños del PP, fundamentalmente, el portavoz de CiU, Miquel Roca, se levantó para decir con tono destemplado que los miembros de su grupo estaban todos presentes y pensaban volver a votar lo mismo.

Mientras, el presidente en funciones insistía en repetir las votaciones. Esa solución provocó nuevas protestas de Rato: "No se trata de repetir una votación. Si ha habido personas que han votado por otras, pido que se anulen esos seis votos de diferencia".

Tras una hora de desconcierto, que un numeroso grupo de ciudadanos contempló desde las tribunas de invitados, Beviá optó por suspender la sesión, reunió a los miembros de la Mesa y de la Junta de Portavoces y ordenó que las puertas del hemiciclo permaneciesen cerradas mientras se encontraba alguna solución.

Los diputados estuvieron una hora y 45 minutos encerrados en el recinto, aunque con acceso a la cafetería privada. A las 14.45, los portavoces y la Mesa retornaron al hemiciclo y Beviá anunció la solución acordada "por unanimidad".

Primero. La Mesa y los servicios de la Cámara abrirán una investigación por si se hubiesen producido anomalías.

Segundo. Recuento nominal de los presentes. (En la operación se invirtieron 20 minutos y se usó una lista en la que todavía figura José Luis Corcuera como miembro del Gobierno y Antoni Asunción, ministro del Interior, como simple diputado. El recuento, realizado tres horas después del inicio de los incidentes, arrojó 310 presentes, por lo que cabe sospechar que se produjeron incorporaciones posteriores de diputados).

Tercero. Continuar las votaciones pendientes (se rechazando las enmiendas de la oposición).

Cuarto. Si en la investigación se observasen anomalías que pudieran tener trascendencia, se adoptarán medidas disciplinarias y se optará por la anulación de votos o por repetir las votaciones.

Los diputados del PSOE que figuraban en la primera votación como presentes y en la segunda como ausentes son: Carlos Navarrete Merino, María Dolores Sánchez Díaz y Alberto Pérez Ferré. En la misma situación se encontraban los populares Eduardo Rodríguez Espinosa, Belén María Do Campo Piñeiro y Valentín Bravo Martín Pintado, según las actas oficiales de la votación.

"¡Vergüenza e indignación por el espectáculo!"

Uno de los momentos más tensos de la refriega parlamentaria de ayer se abrió con los gritos "Balletbó, Balletbó", coreados desde los escaños populares. La socialista Ana Balletbó no tuvo más remedio que sentirse acusada de haber accedido al hemiciclo cuando había empezado la votación. Con gestos de visible irritación, atravesó la Cámara y llegó a la sala de megafonía, al parecer, para pedir una comprobación de que había estado presente en las votaciones desde su inicio. Más tarde aseguró que quería las grabaciones para que "mañana se las coman en un bocadillo los del PP". Al regresar a su escaño, se detuvo tras Rodrigo Rato y le palmeó la espalda al tiempo que le increpaba.El maremágnum provocó reflexiones morales, con tintes de pelea colegial. Jon González de Txabarri, portavoz del PNY, pidió que, "por dignidad democrática, dado que muchos de los diputados hemos observado lo que ha sucedido, tanto en las votaciones como en las incorporaciones posteriores, que no se nos obligue a acusar; que por dignidad democrática de las instituciones seamos, primero los diputados, los representantes del pueblo, no ya mayores, sino demócratas".

Ese coro moralizante lo completó Pilar Rahola (ERC), al asegurar que quería expresar la preocupación "como demócratas y como políticos, por el espectáculo que estamos dando a la ciudadanía, a los periodistas que están aquí delante y a nosotros mismos". A renglón seguido Rahola exteriorizó sus sentimientos: "¡Vergüenza e indignación por el espectáculo, vergüenza e indignación por dos personas que con nuestros propios ojos hemos visto cómo entraban después y tenemos los nombres y los daremos. Y esperamos que, por dignidad personal, esto no haga falta".

Al terminar la sesión, Carlos Solchaga, presidente del Grupo Socialista, aseguró: "Resulta doloroso constatar que a algunos no les importa poner en peligro el decoro y el buen nombre de la Cámara, e incluso el buen nombre de los diputados".

Rato (PP) quiere que la investigación del incidente esté terminada antes del día 22 para poder votar el texto de la ley en la próxima sesión plenaria.

Rosa Aguilar (IU) cargó contra la incompetencia total y absoluta de José Beviá [presidente del Congreso en funciones] que ha contribuido a este espectáculo lamentable y deplorable".

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