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Los jueces suspenden a un médico una pena de cuatro años en atención a su avanzada edad

Un médico condenado a cuatro años de cárcel por la muerte de un paciente al que puso una Inyección con una aguja sin desinfectar evitará el ingreso en prisión porsu avanzada edad. Los jueces han suspendido la ejecución de la pena impuesta a Gregorio Calvo Solano, de 77 años, hasta que el Gobierno decida si le concede el indulto que ha solicitado. El facultativo fuecondenado además a pagar 10 millones de pesetas a la familia de Agripino Rodríguez Merino, de 69 años, quien falleció en 1988 a causa de una grave infección originada por la imprudencia del médico.

En circunstancias normales, el médico debería haber ingresado ya en prisión. Y más después de que el Tribunal Constitucional haya desestimado el recurso de amparo presentado por los abogados del médico. Fuentes del tribunal de la Audiencia que condenó al médico se basan en la edad del acusado -que hoy tiene 77 años- y en el hecho de que tanto el tribunal como sus abogados han pedido recientemente su indulto para justificar la suspensión provisional de la condena.Los hechos se remontan al 6 de junio de 1988. Sobre las doce de la mañana, Agripino acudió a una consulta privada: tenía dolores y molestias derivadas de una afección reumática que se acrentaba con los cambios de tiempo. Le reconoció mediante rayos equis y le puso dos inyecciones, una de vitaminas y otra analgésica, para combatir el dolor. Para ello utilizó una jeringuilla de cristal no desechable, según la sentencia dictada en octubre de 1992. En la noche de ese día, Agripino comenzó a sentir fuertes dolores en la pierna izquierda que se agudizaron con el paso de las horas.Grave infección

Al día siguiente, sus familiares acudieron a la consulta del médico, que se desplazó al domicilio del afectado y diagnosticó un enquistamiento de una de las inyecciones. Entre otros fármacos le recetó un antibiótico para combatir las décimas de fiebre que tenía. Pasaron algunas horas y Agripino empeoró.

Sus familiares observaron tumefacción en el glúteo izquierdo, hinchazón de la pierna, fiebre alta, dificultades para hablar. El facultativo indicó por teléfono a la familia que trasladasen al paciente a un hospital, al que llegó muy grave.

Sufría una gangrena gaseosa provocada por un bacilo. Le operaron inmediatamente para atajarle la infección. Todo fue inútil y Agripino murió en la madrugada de ese día.

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El médico tuvo que asistir a dos juicios. En el primer proceso, que resolvió un juez de lo penal de la plaza de Castilla, resultó absuelto: la sentencia no consideraba probado que el médico hubiese utilizado una jeringuilla de cristal. Sin embargo, la familia de la víctima recurrió esa primera sentencia ante la Audiencia Provincial de Madrid. Ese tribunal, en cambio, consideró que sí se había utilizado ese tipo de jeringuilla, de modo que revocó la absolución y condenó a Calvo Solano a cuatro años, dos meses y un día de cárcel.

Según la sentencia de la Audiencia, el bacilo que se apoderó del cuerpo de Agripino sólo pudo entrar en él a través de la jeringuilla, "que no había sido desinfectada". Además, indica el tribunal, los peritos observaron un estado de "suciedad general" en la consulta del médico cuando la inspeccionaron por orden del juez.

También le reprocha el tribunal su "ligereza" al diagnosticar un enquistamiento del glúteo, cuando lo más lógico era pensar que el paciente sufría una grave infección. Ello habría permitido enviarle antes a un hospital, indican los jueces.

El abogado defensor del facultativo, Alberto Salvan, explicó ayer: "La condena es muy dura para unos hechos que, efectivamente, son muy graves, pero que, sin embargo, no contaron con una prueba clara".

La defensa centró sus alegaciones en el hecho de que, según su razonamiento, no se podía demostrar que ese bacilo causante de la infección hubiese entrado en el cuerpo de Agripino a través de la jeringuilla o aguja. El tribunal entiende, en cambio, que no pudo entrar de otra forma en el cuerpo del fallecido.

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