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Mi boda

Cansado de vivir solo (o por lo menos, de comer mal), este corresponsal ha pensado últimamente en la posibilidad de casarse en terceras nupcias, lo cual sería un triunfo del optimismo sobre la experiencia. De modo que el pasado fin de semana acudió con la novia a Miboda (Feria de Servicios y Preparatívos para Bodas), en la Casa de Campo.Estábamos totalmente de acuerdo en que queríamos alquilar un Mercedes con lazo blanco, y hay un microbús con conductor que me permitirá emborracharme con los amigos en la despedida de soltero sin matarnos todos en la carretera. Mi chica (bueno, ya no es tan chica) se inscribió en "el sorteo de un vestido de novia y todos sus complementos".

Sobre la comida nupcial discrepamos. Como pretendo que nuestro enlace sea multitudinario, yo quería investigar la oferta de esa empresa "capaz de fabricar y decorar cualquier superficie con los motivos más increíbles: como ejemplo podemos citar el templo de Luxor, fabricado en poliéster a tamaño real". Ella dijo que no, que había que dar un toque de distinción acudiendo al Hipódromo (que se anunciaba en una caseta decorada con una paca de heno), cuyo menú número 10 cuesta tan sólo 9.600 pesetas por persona.

Llegamos a un acuerdo intermedio -el ceder cada uno un poco es el secreto de un matrimonio feliz, ¿no?- y vamos a ir a unos salones de boda en Carabanchel, cuya dirección "tiene el honor de invitarnos a que iniciéis vuestra luna de miel con alegría y humor" en una discoteca de Móstoles. A mi futura señora le aseguré que, de las 30.000 bodas que se celebran al año en Madrid, la salmonela aparece en un porcentaje insignificante.

Pero hubo desacuerdo total cuando le sugerí que aprovechara la oferta de un servicio de salud presente en está muestra: tratamientos para arrugas, flaccidez de senos, celulitis y exceso de abdomen o de caderas ("en una sola sesión se consigue eliminar para siempre toda la grasa superflua, esculpiendo la cadera para conseguir los resultados estéticos más apetecibles").

"¿Qué, no te gusto como estoy?", me gritó casi llorando, y algunas personas nos miraron. "¿No es más importante el amor que el fisico?". Hasta me acusó de flirtear con la rubia que vendía trajes de novia. Le contesté: "¿Y el chaval de las demostraciones de las camas de agua? ¡Casi te echas encima de él!".

Nunca llegamos a esa parte de feria que versaba sobre protocolo de bodas. No consultamos con ninguna de las agencias sobre el viaje de novios ni encargamos ninguna lista de bodas. Es más: he decidido aplazar la ceremonia hasta que la muy tonta entre en razón.

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