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La policía no ha conseguido aún ninguna pista de Anabel Segura

Francisco Peregil

Las cosas han cambiado mucho desde que Anabel Segura, la chica de 22 años que estudiaba Empresariales, desapareciese hace tres meses mientras practicaba footing por la urbanización de La Moraleja. La Brigada Provincial de Madrid empleó a sus mejores hombres. La comisaría de Alcobendas se vio inundada de la noche a la mañana por el jefe de Homicidios, el del Grupo de Menores, el de Atraco... todos los jefes de la Brigada de Madrid acompañados de muchos hombres de la escala básica que dormían por los pasillos.El tiempo se encargó de que todos ellos volvieran a sus destinos sin una sola pista sobre el paradero de Anabel Segura. Hipótesis muchas, desde las más esperanzadoras hasta las más funestas, pero ni un rastro creíble.

Por si el ambiente que se creó en la casa de Anabel no fuese ya de por sí tenso, la desconfianza de la familia hacia la policía se incrementó cuando comenzó a aparecer en prensa el precio que habían exigido los presuntos secuestradores, la metodología de los agentes, y demás informaciones que podían poner en grave peligro, según la familia, la vida de Anabel Segura. "Tarde o temprano nos enteraremos de quién fue el delator", confesó un alto responsable policial a Escuredo.

Ahora, los compañeros de Anabel Segura se irán de vacaciones a la playa, trabajarán, estudiarán las asignaturas pendientes, charlarán de fútbol o de cine, y de vez en cuando alguno preguntará dónde andará Anabel. La hermana y los padres no han dejado de preguntárselo un sólo día. La madre decidió refugiarse en los somníferos, y el padre en el piso alto de su casa. Baja a misa muy temprano y recorre 10 kilómetros sobre los 100 metros de su jardín, andando sin parar de un lado a otro.

"Lo que sea"

Rafael Escuredo, el portavoz de los padres, ex presidente de la Junta de Andalucía, dormía de día y de noche en casa de ellos, pero tuvo que acudir al cabo de varias semanas a su trabajo por las mañanas. Por la tarde se iba al chalé y atendía el teléfono que cada día sonaba menos. Escuredo ha intentado incluso ofrecerle a los secuestradores la posibilidad de negociar el indulto, ha pedido pruebas de Anabel, su voz grabada, una foto, "lo que sea", pero no ha conseguido nada.La policía elabora una hipótesis -una más- en la que sus secuestradores serían simples maniacos sexuales, que vieron a una chica exuberante, rubia, alta, atlética, ligera de ropa y la metieron en la furgoneta. Decidieron sacar provecho de ello pidiendo dinero, pero cuando vieron tanto revuelo en la prensa, se arrepintieron.

Ni la familia, ni Rafael Escuredo han dejado de pensar por un segundo que buena parte de la culpa sobre lo que haya podido suceder la tiene el policía que infiltró informacion a la prensa. Pero al mismo tiempo, Escuredo sostiene que la entrega de los agentes fue absoluta.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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