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La policía investiga por qué sólo han muerto en Madrid oficialmente ocho chinos en cinco años

Fhan Yunlin falleció el 10 de mayo al interponerse durante una reyerta en el restaurante Tiananmen. Su cadáver no ha sido reclamado, y continúa, 22 días después, en el Instituto Anatómico Forense. Cuando el juez lo determine, la beneficencia le dedicará un nicho. Será un hecho extraordinario. Desde 1988 sólo se ha enterrado en Madrid a ocho chinos, casi todos en el periodo de legalización abierto en 1991, lo que establece una tasa de mortalidad muy inferior a la habitual. La policía investiga a una mafia que trafica con los permisos de residencia.

Las sospechas policiales sobre las circunstancias especiales que se plantean en Madrid se dirigen hacia una organización oriental que pone elevado precio a la entrada y permanencia en España de ciudadanos chinos, a quienes ofrece los papeles de sus compatriotas que mueren en el más absoluto secreto. Lo que puede suceder con el cuerpo de los fallecidos es una incógnita sobre la que no se revela ninguna teoría policial.Los chinos, en general, guardan, muy bien sus costumbres, pero en las relacionadas con el más allá extreman sus reservas.

Un portavoz de la Embajada de China se sorprendió al comunicársele los bajos índices de mortalidad de sus compatriotas y reveló desconocer los pasos administrativos en el caso de una defunción: "Por fortuna, en España todavía no ha muerto nadie de la delegación diplomática".

La embajada, además, reconoce tener escaso control sobre sus conciudadanos porque la mayoría de los chinos prescinden de. los papeleos habituales de los consulados hasta que no encuentran algún problema. Tampoco dispone de censos exactos.

El Ministerio del Interior tenía censados 6.482 chinos en España el 31 de julio de 1992, 3.049 de ellos con residencia en Madrid. La Empresa Mixta de Servicios Funerarios, por cuyo tanatorio deben pasar obligatoriamente todos los cadáveres de la. Comunidad de Madrid, ha registrado desde 1988 un total de ocho fallecimientos entre los miembros de la colonia china.

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La policía mortuoria, dependiente de la Dirección Provincial de Sanidad y Consumo de la Comunidad de Madrid, no ha autorizado en estos mismos años ningún traslado del cadáver de un ciudadano, chino a su país de origen. Sí se han producido, sin embargo, y pese al costoso precio de la operación, con ciudadanos extranjeros de otras nacionalidades, incluso orientales, como la japonesa o la tailandesa.Fuentes oficiales apuntan que los traslados o enterramientos fantasmas de los chinos se efectúan desde las funerarias piratas, arrancando esta parcela de negocio al tanatorio municipal de Madrid desde pueblos de la periferia. Responsables de 15 de estas empresas negaron a este periódico haber realizado traslados o enterramientos de chinos.

En Madrid viven, por tomar otro ejemplo, 1.348 japoneses, casi tres veces menos que chinos, pero sorprendentemente la funeraria municipal ha facilitado también desde 1988 los papeles para el entierro en cementerios locales de 11 nativos de Japón.

La tasa de mortalidad de los madrileños se calcula sobre nueve muertes al año por cada 1.000 habitantes. Esta proporción eleva teóricamente a 135 los chinos que deberían haber fallecido en Madrid en el último lustro, o al menos a un centenar si se tiene en cuenta la peculiaridad y mayor juventud de cualquier colonia de inmigrantes.

Estos datos, sin embargo, no reflejan fielmente toda la realidad. "Es cierto que la colonia china en Madrid es joven, pero hay ya muchos ancianos que por simple regla estadística tendrían que haber fallecido, lo que no ha ocurrido", indicó un responsable de la Brigada de Documentación.

Los policías de este departamento recorrieron los principales cementerios de Madrid, y sólo encontraron allí los fallecidos por muerte violenta o los que previamente habían pasado una larga temporada en un hospital o en cualquier centro donde constase un registro oficial.

Las indagaciones en los hospitales tampoco dan ocasión para aclarar las sospechas policiales. Fuentes del Gregorio Marañón y de la residencia La Paz, los dos principales centros sanitarios de la región, confirmaron que no se conocía en sus registros la defunción de ningún chino.

Siete suplantaciones

Responsables de la funeraria y de los servicios regionales de Sanidad coinciden con la policía al señalar, como explicación posible de estos datos "sorprendentes", hacia una trama que negocie fraudulentamente con los papeles de los fallecidos para introducir en España a más chinos de los permitidos. Durante el periodo de regularización que se abrió en 1991 para otorgar papeles a estos inmigrantes se descubrieron -por la comprobación de las huellas dactilares- siete suplantaciones de personalidad entre los chinos que querían legalizar su situación en España.Para desenmascarar la trama que trafica con estos documentos, la policía dispone de la ayuda del propietario de un restaurante que huyó de Madrid ante las amenazas que recibía por parte de una banda de compatriotas. El hostelero chino tuvo que desplazarse a Sevilla, desde donde continúa informando a los agentes, según fuentes policiales.

"Hemos pensado hacer peritajes forenses, pero no disponemos de medios necesarios. Sería imposible tomar las huellas a todos los chinos que aparecen por aquí. Cuando llega un chino de 80 o 70 años es muy difícil para el funcionario distinguir si se trata de un hombre o una mujer. Es muy fácil que nos engañen si no tomamos las huellas", señaló un responsable de la Brigada de Documentación.

Fhan Yunlin, el hombre que murió el 10 de mayo, no tiene familiares que le velen ni monjes que le recen, pero sí ha podido cumplir con otra ancestral costumbre budista, la de guardar a los fallecidos durante tres semanas. Él las ha pasado en el Instituto Anatómico Forense. Normalmente, los chinos incineran luego a sus seres queridos.

En el extranjero, las colonias se suelen adaptar a las normas oficiales y en algunas ciudades montan cementerios exclusivos, como en Cuba. En Madrid no lo tienen.

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