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LA JORNADA EUROPEA DEL MIÉRCOLES

Inglaterra empieza a acostumbrarse a los 'miércoles negros'

Enric González

Inglaterra empieza a acostumbrarse a los miércoles negros europeos. Hace casi dos meses, la libra esterlina fue humillada y devaluada en un miércoles histórico. Anteayer, otro desastre: un equipo alemán medianito -alemán como el Bundesbank, recordó algún periódico se llevó por delante al Sheffield Wednesday; un equipo escocés -viejos enemigos- destrozó al Leeds United, y un equipo ruso de presupuesto tercermundista le dio un baño al orgulloso Liverpool. Conclusión: "Otro eurodesastre" calificó The Sun, el más gritón y antieuropeo de los diarios sensacionalistas, lo sucedido. "El orgullo futbolístico inglés está hecho trizas", añadía. Las competiciones europeas no han hecho más que empezar, y los inventores del fútbol están ya en la cuneta.

Para el Sheffield Wednesday, un club modesto, la eliminación puede anotarse en el apartado de los avatares previsibles. El Kaiserslautern está muy lejos de sus mejores tiempos y viajó a Sheffield diezmado por las lesiones, pero traía del Palatinado una renta de tres goles y la célebre obstinación germánica.A los alemanes les bastaron para salvar la eliminatoria y enmudecer a los poetas urbanos que habían instalado en el estadio una pancarta gigantesca: "Llenadnos de orgullo, joded a esos alemanes tramposos". No hubo trampas ni sublimaciones sexuales. Sólo un 2-1 (33 global) y una eliminación digna para los ingleses.

Para el Liverpool, el asunto fue peor. No sólo perdieron 0-2 con el Spartak de Moscú, sino que sufrieron la mayor goleada global encajada nunca en una eliminatoria europea (2-6 en total) y quedaron en mantillas para futuras competiciones continentales, con cuatro sancionados: su viejo y excéntrico portero Grobbelaar, expulsado en Moscú y responsable del 4-2 encajado en Rusia; el entrenador, Graham Souness, castigado con cinco partidos por insultar al árbitro en Moscú; Stewart, expulsado también en Moscú, y Marsh, expulsado el miércoles.Asunto desastroso

Para el Leeds United, el asunto fue desastroso. Primero, porque sobre el papel era muy superior al Glasgow Rangers; segundo, porque los Rangers resultaban ser escoceses, los rivales del otro lado de la frontera, y tercero, porque el club contaba con los ingresos de la liguilla europea para sufragar la nueva tribuna que están construyendo en Ellan Road.

El entrenador del Leeds, Howard Wilkinson, buscó refugio en la inexorable ley de Murphy: "Todo lo que podía ir mal, fue mal". El Leeds jugó mejor, pero no marcó su gol hasta el final del encuentro, cuando los escoceses disponían ya de dos.. Los contables del Leeds se mesan los cabellos pensando en quién va a pagar ahora la tribuna.

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