_
_
_
_

Muere Lángara, el gran goleador de los años treinta

Santiago Segurola

Isidro Lángara, el gran ariete del fútbol español en la década de los 30, falleció ayer, a los 80 años de edad, en el pueblo guipuzcoano de Andoain, donde comenzó a forjar una carrera que le llevó al Oviedo y tuvo su cima en el glorioso San Lorenzo de Almagro. Tres veces pichichi -1933-34, 34-35 y 35-36-, Lángara tenía todos los signos de los delanteros a la antigua: una cabeza rotunda, la mirada directa, el tronco poderoso y el aire nervioso del jugador que no descansa hasta llevar la pelota a la malla. Era un goleador destinado a hacer historia en la Liga, pero la tragedia española le llevó a Argentina en la primavera de 1937.Mucho antes de debutar y marcar cuatro goles frente al River Plate, Isidro Lángara era un aprendiz en la algodonera Subijana de Andoain. Le veían jugar los aficionados antes de entrar al trabajo y coreaban su nombre. Era un futbolista de veras, así que llegaron los directivos del Tolosa y le llevaron al viejo Berazubi, y de allí al Oviedo. Luego todo fue muy rápido: máximo goleador de la Liga con 21 años, 12 veces internacional en una época escasa de partidos internacionales y la conmoción de la guerra civil.

La selección vasca

El lendakari José Antonio Aguirre pidió a los mejores jugadores vascos que participaran en una empresa que luego tuvo un carácter heroico. Aguirre quería contrarrestar la propaganda franquista y recoger algún dinero con la única embajada posible en aquellos días: un equipo de fútbol que recorriera Europa y América. En apenas unos días, se reunió un grupo extraordinario de futbolistas, uno que dio nombre a una de las mejores alineaciones que se puedan recordar: Blasco; Areso, Aedo; Cilaurren, Zubieta, Muguerza; Gorostiza, Iraragorri, Lángara, Luis Regueiro y Emilín.Un puñado de partidos sirvió para acreditar una sociedad irrepetible: el gran Luis Regueiro, la estrella madridista, y el goleador Lángara. Regueiro, el corzo, servía la pelota como nadie y exprimía las condiciones naturales de Lángara en el área. 50 años después, casi todos volvieron a San Mamés para recibir el homenaje de la hinchada vasca. Lángara, grande todavía, sostenía al inquieto Regueiro. Le veneraba.

La aventura acabó. Lángara ingresó en el San Lorenzo de Almagro y despertó algunas dudas. Las resolvió a su manera, con cuatro goles ante el River Plate, en su primer partido con la casaca azulgrana. Un chico se quedó boquiabierto en el graderío: Alfredo Di Stéfano. El impacto de Lángara fue tan enorme que casi toda la colonia vasca se hizo del San Lorenzo y la tribuna se llenó de boinas, tanto que por allá comenzó a correr un chisté: "Todos los vascos entran de gorra al campo de Almagro

Lángara retornó brevemente al Oviedo en el año 47 y marchó a México, donde inició una discreta carrera como entrenador. Su recuerdo queda en otro sitio: en el área, erigido sobre los rivales con su extraordinaria potencia y su sentido goleador.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_