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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

In which country'...

¡Qué agradables son esos pueblecitos, esos burgos o caseríos, esas localidades y ciudades, con sus alcázares e iglesias y sus playas! Sólo tienen un defecto, y es que están poblados por gente que desde lo alto de sus murallas mira al resto con desprecio, la raza de los chovinistas que se ponen escarapela: los dichosos idiotas que nacieron en alguna parte.Malditos sean los hijos de su madre patria, empalados sean de una vez por todas en sus campanarios, esos que te muestran sus torres, sus museos, sus ayuntamientos, que te hacen ver su país natal hasta volverte bizco -así salgan de París o de Roma, de Séte o del quinto pino, o de Zanzíbar e incluso de Montcuq-, jactándose como idiotas, los dichosos idiotas que nacieron en alguna parte.La arena en la que sus avestruces entierran cómodamente sus cabezas es siempre la más fina. Y, por lo que hace al aire con que inflan sus globos o sus pompas de jabón, es aliento divino. Y, poco a poco, se calientan la cabeza hasta pensar que la mierda que hacen sus caballos (incluso los de madera) pone verde de envidia al mundo entero. Son los dichosos idiotas que nacieron en alguna parte.

No es un lugar común el lugar donde nacieron, y se apiadan de todo corazón de los pobres desafortunados, los torpecillos sin presencia de ánimo como para venir al mundo donde vinieron ellos. Cuando en su precaria felicidad suena el clarín contra los extranjeros (todos más o menos bárbaros) salen de su agujero para morir en la guerra. Sí, son los dichosos idiotas que nacieron en alguna. parte.

¡Dios mío, lo bien que estaríamos en esta tierra de hombres si no tuviéramos que topamos con esta raza incongruente, esta raza inoportuna que cunde por doquier, la raza de la gente del terruño, de la gente de su tierra! ¡Lo bella que sería la vida en toda circunstancia si Tú no hubieras creado de la nada a estos pánfilos! Tal vez sean la prueba de que en definitiva no existes, esos dichosos idiotas que nacieron en alguna parte. (Georges Brassens, La ballade des gens qui sont nés quelque part). Traducción en prosa de servidor.-

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