La muerte del río Tajuña

Cuando uno ve día a día y poco a poco la destrucción de un río tan hermoso como era el río Tajuña, a sensación de impotencia que le embarga no tiene límites.La dejadez humana que permite que en los pueblos no haya depuradoras, vertiendo todo al río; que permite que haya fábricas como la del papel en Perales de Tajuña, donde con conocimiento expreso de las autoridades vierten y contaminan el río, atando miles de peces y terminando con la vida del río, incluyendo las plantaciones de la vega que riega y que ya se han secado; que permite evacuar los orines de miles de cerdos, residuos de gallinas, etcétera, sin que ninguna autoridad ponga fin a todo ello, ocurre lo que ha ocurrido, agravado además por la sequía: el río Tajuña se ha muerto.

Ahora todos empezarán a lamentarse, incluso los mismos que lo han dejado morir. Ya sabemos que mantener un río limpio no da votos. El sacar los miles de árboles que impiden el cauce ecológico sólo son gastos. El replantar y mantener no ayuda a ganar las elecciones en un pueblo. Pero el sembrar de muerte sus orillas, el hedor del dolor de un agua que ya no corre y sólo nos enseña su podredumbre, tal vez eso sí dé votos.

Hago desde su periódico una llamada a todas las personas y organizaciones que quieran tratar de devolverle al río Tajuña un poco de vida, ya que de los políticos y sus promesas yo ya no me fío.-

Madrid.