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Tribuna
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Circulación

Las nuevas normas sobre circulación entran en vigor dentro de una semanita mal contada. Desde ese día, los usuarios del automóvil ha brán de circular en ciudad a 50 kilómetros por hora como mucho, tendrán que llevar puestos los cinturones de seguridad da igual donde vayan (aunque sea a la vuelta de la esquina) y deberán limitar su consumo de alcohol a un chupito.Éstas son, entre otras, las novedades del código, aunque la verdadera novedad será que se cumplan. Porque existe un código aún en vigor, el cual tenía importantes novena es respecto al anterior, y muchos automovilistas lo han estado infringiendo desde la más absoluta impunidad. Durante la noche son frecuentes en la ciudad los conductores que circulan a más de 100 por hora -y además se saltan los semáfpros, como lo son en la carretera aquellos que van lanzados a 160 por hora y adelantan a los demás vehículos donde les da la gana.

A este tipo de automovilistas les da lo mismo normas nuevas o viejas, pues lo que infringen, no es el Código de Circulación sino el senti do común. Cualquiera sabe, sin necesidad de leer códigos, que saltarse semáforos, hacer adelantamientos indebidos o circular a velocidades disparatadas es una manera segura de matar y de morir. Cualquiera lo sabe, a no ser que sea idiota.

El problema, por tanto, no está en las normas, sino en la salud mental de los conductores: el que es ¡diota a pie sigue siendo igual dé idiota en coche (a veces, más), e incluso se dan casos de personas aparentemente normales que cuando suben a un coche se idiotizan. Consecuentemente, es imprescindible hacer una criba de idiotas en los exámenes de conducir. Hay una prueba infalible para descubrirlos: aquellos que consigan tocar el claxon una décima de segundo después de que se ponga verde el semáforo, ¡ésos son!

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