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Un 'rey' en el banquillo

Víctor Manuel de Saboya, juzgado hoy en París por homicidio

Primero recordó a Luis XVI y dijo que no ofrecería su cuello a la guillotina. Pero, finalmente, aceptó el cambio de los tiempos, sobre todo cuando supo que la acusación que pesaba sobre su real persona no era de asesinato, sino de simple "homicidio preterintencional". Víctor Manuel, que sería IV de Italia, hijo de Humberto II y de María José de Saboya, comparecerá hoy ante un tribunal de París para responder de la muerte del joven alemán de 19 años Dirk Hamer.Los hechos se remontan a la noche del 17 al 18 de agosto de 1978 y no es fácil explicar por qué la instrucción del sumario ha durado tanto, aunque la familia Hamer lo ha visto siempre claro: es el proceso de la verdad contra los Saboya.

La muerte del joven Hamer fue el triste epílogo de una trivial pelea de vips, anclados con sus yates en una cala de la elegante Costa Esmeralda, en Córcega. El incidente lo inició Víctor Manuel cuando se aproximó, armado con un fusil, al Coke, el barco de un play boy italiano llamado Nicola Pende. El de Saboya dice que creyó que Pende le había robado la chalupa que utilizaba para trasladarse desde su barco a la costa. El hijo del último rey de Italia reconoció que disparó su fusil, "al aire" cuando Pende apareció en la cubierta del Coke. El caso es que Dirk Hamer, que dormía en otro yate amarrado a unos 16 metros del lugar de la bronca, quedó malherido en una pierna y, tras un calvario de operaciones, murió. En el único restaurante de la cala, donde Pende y el de Saboya habían coincidido a la hora de la cena, se sabe que había corrido el alcohol y que Nicola y Víctor Manuel no se gustaban.

Para el nieto de Víctor Manuel III, el tercer rey de la breve historia monárquica de Italia, que abdicó en 1946 entre el rechazo popular de sus complicidades fascistas, todo lo ocurrido es sólo un "accidente". Nacido en Nápoles el 12 de febrero de 1937, se crió en Suiza, Francia y Portugal, donde convivió con el entorno de la familia real española. Nunca ha podido regresar a su Italia natal, que todavía debate la conveniencia de permitir el regreso de los Saboya a la república.

De carácter fuerte y gran envergadura física, Víctor Manuel ha dado muestras de un italianismo exaltado hasta el punto de haber provocado algún incidente en bares de Suiza por haberse empeñado en pagar la consumición con liras. Durante los últimos 12 años, que él llama su "calvario", la prensa italiana ha destacado su afición por las armas y ha desvelado sus implicaciones en el comercio bélico, apoyadas en sus antiguas relaciones familiares con el fallecido sha de Persia.

En el juicio de París, la defensa del de Saboya sostendrá que Dirk Hamer no pudo ser herido en su camarote por el disparo que hizo Víctor Manuel, y denunciará que nadie investigó un Smith & Wesson del calibre 38 que apareció, caliente, en la cubierta del Mapagia, el yate en el que dormía el joven. El propietario del Mapagia y del revólver es el noble romano Vittorio Guglielmi Grazioli Dante della Rovere, al que se le han apuntado conexiones con los servicios secretos y hasta con la Mafia.

Víctor Manuel de Saboya, cuyo nombre figuraba en una de las listas de la logia masónica P-2, arriesga, en cualquier caso, poco más que su honra en este juicio. La pena que puede corresponderle no superará los dos años de cárcel, y en 1978 cumplió ya 50 días de prisión preventiva, con lo que tiene garantizada la libertad condicional e incluso la amnistía automática.

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