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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Matanza de palomas

A la interminable lista de atrocidades que en este país se cometen contra los animales, quiero añadir un espeluznante suceso que, por venir de quienes viene, resulta especialmente horrendo y repulsivo.En la catedral de Barcelona, durante la habitual misa de las siete de la tarde (por cierto, que ese día se celebraba, además, una misa solemne a la misma hora), se oyó de improviso un atronador estruendo de disparos de ar-

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mas de fuego procedentes del claustro de dicha iglesia. Ante el desconcierto y alarmade los asistentes, el señor que recogía las ofrendas de los fieles explicó que estaban eliminando a tiros a las palomas, que allí conviven con las ocas y otras aves. Era la hora del, crepúsculo y los animalitos ya estaban en las ramas para su descanso nocturno.

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Quiero dar a conocer públicamente este hecho execrable para que todos sepamos de verdad con qué clase de miserables energúmenos tratamos, y deseo puntualizar que soy católica, apostólica y romana practicante. Por eso estaba allí la otra tarde. ¿Pueden esos salvajes y cobardes individuos masacrar impunemente a unos pobres animales con nocturnidad y alevosía? ¡Qué terrible sarcasmo y qué vergüenza! Me entraron ganas de vomitar. Mientras en el altar se celebraba el sacramento del amor y se adoraba a aquel que es llamado el Señor de la vida, a escasos metros de allí unas armas de fuego provocaban la muerte de unos seres creados por Dios, el cual, como dice- el salmista, sie . mpre exultante de amor por la creación, "ama entrañablemente a sus criaturas y no desprecia nada de lo que ha creado", y en cuya morada "halla, una casa el pájaro y la golondrina donde poner sus polluelos: cerca de tus altares, ¡oh Yavé de los ejércitos, Rey mío y Dios mío!".

Salí casi llorando de rabia porque esa salvajada imperdonable fuera obra de unos hombres de Iglesia que escarnecen el amor de Dios, y de impotencia por no haber podido evitar esta cruel carnicería, tarea a la que, al parecer, suelen entregarse . periódicamente según el comentario de algunos presentes. Lo ocurrido la otra tarde en la catedral fue algo estremecedor.

Por mi parte, no pienso echar una sola peseta ni en los cepillos ni en las bolsas de la colecta, e invito á todas las personas medianamente sensibles a hacer lo mismo. No quiero que mi dinero sirva para comprar escopetas y municiones contra unos seres indefensos. Por cierto, ¿no existe una ordenanza municipal que prohíbe el uso de armas de fuego dentro de la ciudad? Allí se despacharon a gusto durante un buen rato.- Paola Cimitan.

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