Totalitaristas inocentes
Me refiero al artículo del señor Leguina publicado en EL PAÍS el día 3 de septiembre de 1991. El señor Leguina tiene razón: siempre sobreviven los sacerdotes, al menos en corto plazo. Le da un ejemplo en su propia persona con sus propias Palabras. Después de la implosión del comunismo y marxismo, después del fracaso de las utopías y teorías de un mundo racionalizado y manejable, se mantiene en este mito, llamado "racionalismo universal". Esas ideas son solamente una religión secularizada y de la cual son los intelectuales los sacerdotes. Les prometen al público la justicia universal por el precio de injusticia en detalle y con fuertes limitaciones de la libertad. La religión de la racionalidad sugiere que existe una verdad solamente, que cada hombre debe reconocer y compartir. Si alguien no la reconoce tiene mala fe -mejor dicho, como expresan los propios intelectuales, mala conciencia- y dan testimonio de irracionalidad. Es evidente que los sacerdotes intelectuales poseen la verdadera racionalidad. Así pueden ponerse por encima de todos los demás. Yo no comparto la racionalidad y el extraño humanismo del señor Leguina que le permite comparar entre hombres e insectos.En general, me parece que una parte no insignificante de los intelectuales españoles son totalitaristas, pero, evidentemente, totalitaristas inocentes. Estaban en contra de la dictadura franquista, del imperialismo, y allá siguen estando sin moverse y con hostilidad total y eterna. No quieren tomar nota de que el mundo se ha cambiado, porque temen perder su identidad. Son inocentes, porque nunca han tenido tanto poder por cargarse con culpas y crímenes. Solamente pensaban y soñaban con un mundo totalmente racionalizado. ¡Qué pesadilla horrorosa!