Fracaso de las tesis previas
La campaña militar Tormenta del Desierto ha destrozado numerosas tesis preconcebidas, tanto norteamericanas como israelíes. Durante los meses que precedieron a la guerra, Estados Unidos estaba convencido de que Sadam Husein no se daba cuenta de hacia qué tipo de guerra estaba llevando a su país. La tesis de Washington era la siguiente: si los portavoces de EE UU y los emisarios internacionales pudieran hacer comprender a Sadam la naturaleza de la guerra tecnológica que le espera, el dictador de Bagdad renunciaría a Kuwait. Los norteamericanos se referían en este sentido a un problema de comunicación (communication gap).Esta concepción se basaba en dos premisas: Sadam estaba rodeado de hombres sumisos que no se atrevían a contarle la verdad, y los servicios de información iraquíes eran incapaces de dibujar una imagen fiel de la guerra que se avecinaba. Ahora se sabe que Sadam Husein tenía una visión correcta de la estrategia militar de las fuerzas aliadas y que se había preparado para ello.
Por otra parte, numerosos estrategas norteamericanos estaban convencidos de que sus armas hiperavanzadas bastarían para derrotar al ejército de Sadam, utilizando sólo los bombardeos aéreos sin necesidad de una campaña terrestre.
Otro fenómeno curioso: muchos expertos estimaban que la guerra sería breve. Ahora se sabe que los dos bandos están interesados en prolongarla. Por una parte, EE UU quiere evitar grandes pérdidas, y, por otra, Irak intenta conservar el grueso de sus fuerzas y espera que con el tiempo conseguirá la erosión y el desmembramiento de la coalición puesta en pie por Bush.
También en Israel se han demostrado falsas algunas concepciones. En los últimos años se repetía en medios de la derecha nacionalista que "Jordania es Palestina". Incluso ciertos representantes de la izquierda se habían dejado seducir por este lema. Sin embargo, desde junio pasado Shamir, Arens y Levy habían comprendido que la formidable amenaza iraquí transfonnaba Jordania en un Estado tampón, vital para la seguridad de Israel. Frente a Irak era preferible tener, al este de Israel, al reino hachemí antes que un régimen palestino con Arafat en el poder en Ammán.
Una de las concepciones estratégicas fundamentales de Israel es que "la mejor defensa es la fuerza de disuasión, basada en la aviación de combate". La Fuerza Aérea israelí se ha opuesto sistemáticamente a las inversiones en investigación y desarrollo, y en la adquisición de armas para la defensa activa de Israel, tales como el misil antimisil Arrow. Se subestimó incluso la importancia de la defensa pasiva, como la construcción de refugios adecuados. Hoy es evidente que dicha estrategia no consideró que Israel tuviera que parapetarse en la defensa.
Otra concepción, que el futuro puede desmentir, es aquella que presupone una mejora de la posición israelí en la posguerra, habida cuenta del apoyo palestino a Sadam y el acercamiento israelo-norteamericano de hoy en día.
Quien crea que al término de la guerra Estados Unidos ejercerá menos presiones sobre Israel para hallar una solución al problema palestino, con el fin de recompensar la contención frente a los misiles de Sadam, se hace vanas ilusiones. Es desconocer los compromisos adquiridos por EE UU con el mundo árabe después de la crisis del Golfo.
Los norteamericanos han prometido ocuparse, con más energía que nunca, de la cuestión palestina. Tal vez no insistan para que se discuta con la OLP. Es posible, también, que introduzcan al rey Hussein en la ecuación, si éste sobrevive a la tormenta actual. Pero EE UU continuará exigiendo a Israel el fin de nuevos asentamientos en los territorios ocupados.
Joseph Alpher es director adjunto del Instituto de Estudios Estratégicos de la Universidad de Tel Aviv.
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