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Tribuna:DEBATE SOBRE EL SERVICIO MILITAR
Tribuna
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Soldados de quinta, a una guerra lejana

El debate sobre la mili que centró hace un año la campaña electoral, al proponer varias fuerzas políticas la necesidad de suprimir el reclutamiento forzoso para convertir al Ejército en plenamente profesional, tendrá ahora un nuevo elemento de discordia: si la mayoría parlamentaria del PSOE y PP impone -que impondrá- que por ahora debe mantenerse el servicio militar obligatorio, ¿pueden enviarse a soldados de reemplazo a misiones con riesgo de conflicto, real fuera del territorio y aguas españolas?Ciertamente la guerra del Golfo ha puesto encima del tapete esta cuestión no prevista hasta ahora por la ley, en un momento más que oportuno, dado que el ministro de Defensa dio prisa la primavera pasada a la comisión para poder aprobar cuanto antes la nueva ley de servicio militar que deberá reducirlo en nueve meses.

El envío de dos centenares de soldados de quinta al conflicto ha servido además para que la fuerte campaña de presión contra la mili, plasmada hasta la fecha en la creación de entidades como la Oficina del Defensor del Soldado, el espectacular aumento del número de objetores y, sobre todo, en el auge de la insumisión, tomara dos frentes más: el de las familias que protestan públicamente porque sus hijos han sido enviados al conflicto y el de los colectivos pacifistas que han llamado a los soldados a la deserción, siendo ambas cuestiones la nota destacada de los actos de despedida de la flotilla, y que nos recuerdan, salvando las distancias, las movilizaciones que se dieron a principios de siglo contra el envío de tropas a las con tiendas del norte de Africa.

Además, ello se ha hecho del peor modo. Primero el ministerio anuncia que irán las tripulaciones completas, incluidos los marinos de reemplazo, dado que en caso contrario significaría reconocer la inutilidad de la mili obligatoria Días más tarde otro portavoz ministerial, viéndose venir las protestas que levantarán si envían a los quintos, manifiesta que sólo irán los militares profesionales y los voluntarios, siendo rectificado finalmente por el ministerio, que decide enviar a las tripulaciones completas, sustituyendo únicamente a aquellos que estaban a punto de licenciarse.

Fidelidad a la bandera

A diferencia de los militares profesionales y de los soldados voluntarios, los mozos de leva se incorporarán al Ejército no por propia decisión, sino porque por el artículo 30 de la Constitución -o al menos la interpretación que ha hecho el Parlamento de ese artículo- se lo exige. El contrato por el que se firma este servicio obligado es el juramento de fidelidad a la bandera. Los marinos de reemplazo que van hacia el golfo Pérsico lo juraron, estuvieran o no de acuerdo con ello. Este carácter contractual del juramento lo establece el artículo 20 de las Reales Ordenanzas cuando dice que "con él se contrae el compromiso de defender a la patria aun a costa de la propia vida". El texto del juramento regulado por el artículo único de la Ley 79/1980, de 24 de diciembre, dice expresamente, siguiendo la línea de los artículos 8 y 30 de la Constitución: "¿... y derramar si es preciso, en defensa de la soberanía e independencia de la patria, de su unidad e integridad territorial y del ordenamiento constitucional, hasta la última gota de vuestra sangre?".

Dado que parece que al golfo Pérsico no van a defender nada de lo que juraron, podría decirse que están siendo obligados a realizar unas tareas extracontractuales que no tendrían ninguna obligación de hacer. Ello no puede decirse, en cambio, de los marines estadounidenses, ya que además de ser voluntarios juran servir "... en las fuerzas que protegen nuestro país y nuestro estilo de vida", y ciertamente defender unos pozos de petróleo en Kuwait sí que forma parte de la defensa del "estilo de vida" norteamericano, pero los soldados españoles no juran, al menos hasta la fecha, defender el .estilo de vida" de los ciudadanos del Estado español.

Los familiares de los soldados plantearon sus quejas ante el ministerio, argumentando, entre otras cosas, que sus hijos no estaban preparados, dado que acababan de incorporarse y apenas conocían lo que era un buque. El problema no va por ahí, dado que en la Marina todos los puestos clave están en manos de los profesionales y voluntarios. Otra cosa sería si hubieran sido destinadas fuerzas del Ejército de Tierra y, ciertamente, los inexpertos reclutas, con su Cetme a cuestas, poco hubieran podido hacer frente al curtido soldado iraquí. Tal vez hubiera sido mejor iniciar la vía jurídica, recurriendo que se les haga hacer algo que: no tienen obligación alguna. Macho se ha dicho y escrito ya sobre la guerra del Golfo; a muchos nos sorprende que Occidente se vuelque en defender a Kuwait de la agresión iraquí, y en cambio, cuando este país agredió a Irán, iniciándose una de las más largas y cruentas guerras de la segunda mitad de este siglo, no sólo no se opusiera a ello, sino que le armara hasta los dientes. Tampoco se hizo nada ante el genocidio de los kurdos con armas químicas que sabíamos que se fabricaban con productos que nosotros les vendíamos. Tampoco nadie defendió a Egipto o a los palestinos de las agresiones israelíes. Occidente se inventó el cuento de "musulmanes buenos" -los suníes- y "musulmanes malos" -los shiíes-, musulmanes con corbata y bigote -Sadam Husein- y musulmanes con barba y turbante -Jomeini-, apostando y armando al primero porque era enemigo de nuestro enemigo.

Guerra en nombre de Dios

No es mejor un suní que un shií, ni un católico que un protestante, ni un judío que un ateo. Lo malo es cuando cualquiera inicia una guerra en nombre de Dios o, mejor dicho, con la excusa de Dios, y en esto ni cristianos ni musulmanes estamos libres de pecado.

El Gobierno español, para que nadie dude de su solidaridad con Occidente, ha mandado tres buques al conflicto. El ministro de Asuntos Exteriores dice que se va en misión de paz y en modo alguno se disparará. Según él se va a reforzar el bloqueo a Irak. Cuando alguien intenta bloquear u obstruir el paso de otro tiene dos medios para hacerlo. El primero consiste en advertirle que si pasa se empleará la fuerza contra él, es decir, disuadirle militarmente. Según el ministro, esto no se hará. El otro método, el usado por Greenpeace en sus obstrucciones a balleneros, a buques que vierten residuos o contra los, mismos barcos de la VI Flota, consiste en interponerse en medio para evitar que pase, intentando disuadirle no mediante la violencia que se le puede ejercer, sino la que uno puede recibir. ¿Seguirá este método nuestra flotilla?

Es, pues, dudoso creer que si las cosas fueran mal nos lavásemos las manos, retirando el Gobierno su aportación militar. Esperemos que todo se solucione pacíficamente, pero Estados Unidos, el Reino Unido e Israel parece que deseen la confrontación armada para no sólo devolver la soberanía a Kuwait, sino para solucionar a su manera la cuestión palestina y colocar a Gobiernos similares a las llamadas "monarquías moderadas" en Yemen, Libia e Irak. Por otro lado, Irak, que ve cómo amplias capas de la población de todo el mundo. árabe ven en Sadam Husein un liberador frente a Occidente, desea aprovechar la ocasión no sólo para combatir contra Israel, sino para desestabilizar y derrocar a los monarcas y Gobiernos árabes moderados que se pusieran del lado de Estados Unidos e Israel.

El Gobierno español debería haber apostado por la neutralidad, dado que una vez metidos en el conflicto será dificil salir. La neutralidad no es una debilidad de los cobardes, sino una actitud incómoda de quienes frente a las divisiones del mundo en buenos y malos intentan ver en unos y otros su parte de razón y de sinrazón, acercar a los contendientes, y si ambos deciden finalmente matarse, ser solidarios no en la venta de armas, sino acogiendo a refugiados de uno u otro bando. Ningún soldado español tenía que haber ido al Golfo, pero en ningún caso se debió mandar a soldados de quinta a una guerra lejana.

Xavier Rius es objetor de conciencia.

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