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El día más triste

El parqué de Barcelona vivió ayer uno de los días más tristes de su historia. El salón de contratación es cada día más una reliquia del pasado. Apenas medio centenar de personas se concentraron en el corro de renta variable. El corro se ha convertido en un mercado de picos (operaciones de escaso volumen) y de arbitrajistas, que pertrechados de sus radioteléfonos se encargan de dar contrapartida al inversor aprovechando las diferencias de precio de los títulos entre las distintas plazas bursátiles. Existe expectación por ver el efecto del anunciado corro electrónico que piensan estrenar tras el verano los responsables de la Bolsa, siempre y cuando se llegue a un acuerdo final con los cerealistas y la propia Cámara de Comercio. Entretanto, el mercado barcelonés sigue quieto, dominado por las posiciones a corto. Las únicas sorpresas se están produciendo en el mercado continuo y la semana se cierra con pocas variaciones sobre la apertura del lunes. Tras el tirón de los bancos, falta por ver ahora quién toma el relevo para que Ios índices generales acusen una subida. Las subidas del índice, sin embargo, han dejado de servir de referencia dada la fuerte ponderación de algunos grupos en el índice general y, sólo interesan a los fondos de inversión.

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