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GENTE

Johan van Gogh

Una infancia con 'Los girasoles' en el comedor de casa

Isabel Ferrer

Su abuelo se llamaba Theo van Gogh y era hermano de Vincent, el pintor holandés sobre el que a estas alturas parece haberse escrito, filmado e incluso cantado casi todo. De su padre, Vincent-Willem, único hijo de Theo, ha heredado la tranquilidad y la convicción de que su propia vida no debía verse afectada por la tremenda herencia de unos cuadros que figuran entre los más caros y admirados de la historia del arte. A sus 69 años, el doctor en Ciencias Políticas Johan van Gogh, casado y con tres hijos, ofrece al visitante en Wassenaar, un barrio residencial cerca de La Haya, una sonrisa apacible y una mano firme, y cuenta los avatares de su familia con una mezcla de ternura y aplomo. Dos cualidades éstas que muestra también en su quehacer como presidente de la fundación que lleva el nombre del artista. Su gesto sólo se descompone cuando habla del uso hecho por el cine, la literatura y el teatro de la vida de Vincent. Excepto los buenos documentales, todo le parece horrible.Cuando Johan van Gogh era pequeño, en el comedor de su casa estaban colgados Los girasoles, La casa amarilla, Los comedores de patatas y El trigal. En el dormitorio, que compartía con su hermano, aparecía la Rama de almendro en flor, pintada por Vincent para el cumpleaños de su padre. En el resto de la vivienda había otros lienzos, y en una dependencia especial guardaban por lo menos 200 telas más. Aquélla era la residencia de verano de Theo y su esposa, Jo, cercana a Amsterdam, donde sus padres se instalaron a la muerte de aquélla.

Su padre ejerció su profesión de consejero gerencial, y durante años no quiso oír hablar de ventas de cuadros. Trataba de evitar así que le tomaran por el sobrino aprovechado que vivía a costa de la fama de su tío pintor. En 1930 cedió parte de la colección al museo municipal de Amsterdam, para una muestra, y allí la dejó como parte de la exposición permanente.

En 1962 la propiedad de la colección fue transferida a la Fundación Van Gogh por sugerencia del Estado holandés. En 1973 sería instalada en el Museo Nacional del pintor en Amsterdam. La componían unos 200 lienzos, 600 dibujos, los originales de las cartas en francés e inglés escritas por Vincent y Theo, además de obras de Paul Gauguin, Toulouse Lautrec y Émile Bernard, entre otros.

Johan la preside ahora sin remuneración alguna e ironiza sobre el precio del arte. Asegura que el comprador de Los lirios pagó mucho más que por todos lo cuadros que ellos cedieron al Estado. Formada también por su hermano y hermana y un representante estatal, la fundación ostenta, eso sí, los derechos de reproducción de todas las obras de Vincent.

De su tío abuelo cuenta pocas cosas. Dice que no era un hombre fácil, aunque cree que deseaba tener una familia a pesar de su difícil carácter y soledad. Su abuela Jo explicaba, cuando él era niño, que el pintor vivió con ellos dos años terribles en que nadie les visitaba y siempre discutían. Pero a ella le gustaban sus pinturas, como a Theo, y por eso las conservó.

De sus tres hijos johan van Gogh sí habla con deleite. El mayor, Theo, tiene 33 años y es escritor y director de cine, con cinco películas en su haber. Una de las chicas, Josine, de 29 años, era bailarina profesional hasta que se casó, y la otra, Jantine, de 26, estudia en Amsterdam. "Ahora ya no tengo cuadros de Vincent en casa, pero sí auténticos Van Gogh: todos los dibujos que mis hijos hicieron de pequeños". Así se despide su descendiente más directo, entre pícaro y eufórico, en una mañana luminosa de las que el artista recogió muy pocas en su periodo holandés.

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