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Montjuïc abrió sus puertas precipitadamente

El estadio olímpico de Montjüic abrió ayer sus puertas por vez primera para la celebración de los Campeonatos de España de atletismo. Como todo menos la pista está por terminar, sólo se abrieron dos. Y aun así, los participantes en la primera prueba tardaron 45 minutos en encontrar la de acceso al interior del estadio y apenas tuvieron tiempo para realizar el calentamiento. Apenas asistió público a la inauguración oficiosa y eso evitó habilitar las tribunas superiores, desde cuyas primeras filas una valla entorpece la visión.

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El primer récord

Pasadas las ocho de la mañana se presentaba un grupo de atletas en la antigua Puerta de Maratón del estadio. Eran los decatletas, que comenzaban a competir a las 9.30 horas. El servicio de vigilancia les indicó que tenían que entrar por otro acceso, justo el contrario, que es la nueva Puerta de Maratón y que se encuentra a ras de pista. La antigua ha quedado como elemento decorativo once metros por encima del nivel de la pista. "Encontramos la entrada media hora antes de que empezáramos la competición y apenas pudimos calentar. Pese a ello logramos hacer buenas marcas en 100 metros Y es que la pista es buenísima". Éste era el testimonio de Antonio Peñalver, plusmarquista nacional de decatlón, que pasa rá a la historia del nuevo estadio por haber sido el ganador de la primera carrera oficial allí celebrada.

La pista, inmejorable

Peñalver, sin el calentamiento necesario, igualó su mejor marca personal de 100 metros, 11.10 segundos. La pista, y su preparación desde luego, hacia posible el camino hacia el récord. El material de todas las calles y zonas de batida es de sport-flex, idéntico con el que están equipados los estadios de Roma e Indianápolis, y en España, Jerez y Manresa. Este material, parecido al de una moqueta plastificada, presenta la suficiente dureza, pese a su flexibilidad, para que el pie del atleta salga despedido del suelo con la misma energía con que llegó al no quedar absorbida en el apoyo. La pista fue elogiada unánimemente por todos los competidores, no así los interiores del estadio, que se encuentran en obras. Tuvieron que soportar así la incomodidad de ducharse con agua fría, realizar el calentamiento entre ruidos de máquinas y evitar escombros para trasladarse de una zona a otra. El laberinto que suponía encontrarse con accesos cerrados, escaleras que no llevaban a ninguna parte o zonas donde el servicio de seguridad impedía el paso, alteraron incluso el ritmo de la competición que llegó a arrastrar un retraso de media hora. "Esto también ha sido un inconveniente para nosotros" contaba Comet, "porque calentábamos para estar listos a una hora determinada y luego nos retenían mucho tiempo en la cámara de llamadas, con calor y entre obreros, hasta que nos llegaba la hora de salir".

Queda ya algo menos de un mes para la inauguración oficial, el día 8 de septiembre, cuando se celebre la primera jornada de la Copa del Mundo, con la presencia del Rey. Para entonces se espera que esté todo a punto, no como cuando el estadio se entregó oficialmente al COOB 92 (Comité Olímpico Organizador Barcelona 92), el pasado 25 de julio, cuya entrega, a la vista está, sólo fue simbólica para hacerla coincidir con los tres años justos que faltaban para la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Lo que dificilmente podrá subsanarse es la visión que permiten las 800 localidades de la primera fila que hay alrededor de todo el estadio en la tribuna superior. Los asientos están distantes un par de metros de la valla y ésta obstaculiza por completo la panorámica de la pista. Las localidades situadas en las esquinas del estadio tampoco están a tono con la instalación más moderna del mundo porque al ser un recinto prácticamente cuadrado, no ovalado, la visión, en línea recta, conduce a las gradas de enfrente; para ver la pista hay que tener girada la cabeza.

Una fuente del COOB 92 apuntó sobre este tema: "Cuando observamos que iba a haber deficiencias para presenciar las pruebas desde algunas localidades se lo hicimos saber a los arquitectos. Nos contestaron que cualquier modificación sobre el proyecto supondría su retirada inmediata. Y ya no había tiempo". Los arquitectos de la obra han sido el italiano Gregotti y los catalanes Correa, Mila, Margarit y Buxade. El coste, sufragado por el Consejo Superior de Deportes, ha sido de 6.000 millones de pesetas.

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