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Massimo Cusatti, juez

de primera instancia de Savona (Italia), debe dictar sentencia hoy sobre un caso singular que revela hasta dónde llega la fantasía de los italianos: si la boda celebrada hace dos años por Giorgio Venturino, escultor de 49 años, y Lauretta Agnelli, de 27, es un delito contra la decencia. La pareja llegó a la sede del Ayuntamiento el día de su boda en un coche fúnebre, con el futuro marido dentro de una caja de muerto y la novia vestida de luto riguroso, con un ramo de crisantemos en, la mano. El matrimonio fue multado "por actos contrarios a la decencia pública". Como se negaron a pagarla, hoy están obligados a presentarse a un juicio que podría costarles otra sorpresa: ir juntos al calabozo durante un mes.

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