Tiempo de reformas en la Europa del Este
Los seguidores de la ortodoxia han sufrido un retroceso quizá irreversible
Hungría se declara oficialmente en el umbral del pluripartidismo a estrenar en 1990; Checoslovaquia se despoja de su mayor lastre estalinista en la persona de Vasil Bilak; Bulgaria se lanza a la perestroika de la mano del camaleón Todor Yivkov, y en Polonia, la próxima semana puede quedar abierta la negociación con la oposición.
Los partidos comunistas en los países del este de Europa celebran estos días el último pleno de sus respectivos comités centrales en un año que ha traído transformaciones políticas espectaculares en la mayoría de ellos. La posición de los ortodoxos, armados con el temor general a la inestabilidad política y las costumbres y vicios de las sociedades socialistas, ha sufrido un deterioro que muchos observadores consideran irreversible.Dos regímenes del Pacto de Varsovia se oponen aún a las reformas inspiradas por Mijail Gorbachov, Rumania y la República Democrática Alemana (RDA). En Rumanía todo parece indicar que no hay esperanzas de cambios en vida de Nicolae Ceaucescu.
En la RDA, el régimen busca válvulas de escape a la presión social en favor de las reformas y confía aún en el fracaso de Gorbachov y su equipo y en poder retornar a épocas de tranquilidad política y, consecuentemente, ortodoxia en el Kremlin. El pleno del partido comunista alemán oriental demostró que Erich Honecker y su equipo intentan ganar tiempo, que se les escapa por edad y por el desarrollo de los acontecimientos, para preservar la pureza ideológica.
En Hungría, donde el jefe del partido, Karoly Grosz, anunció oficialmente un referéndum sobre el pluripartidisimo en 1990 y donde se celebró ayer legalmente el primer congreso del Sindicato Democrático de Trabajadores Científicos (TDDSZ), la democratización del aparato del Estado avanza implacablemente.
Salvación nacional
En Polonia, el partido comunista (POUP) celebrará su pleno la próxima semana, y existen indicios de que podría dar un definitivo impulso al diálogo entre el régimen y Solidaridad para un plan de "salvación nacional".En Checoslovaquia y en Bulgaria, las resistencias a las reformas democratizadoras son mayores. Los cambios no han alcanzado aún la dinámica existente en Varsovia y Budapest, si bien cada vez se percibe con mayor claridad que la posición de los inmovilistas es insostenible a medio plazo. Vasil Bilak, el ideólogo de la ortodoxia de 20 años de inmovilismo checoslovaco, ha dimitido de todos sus cargos. Su sucesor como secretario del comité central, Josef Lenart, no es ni mucho menos un reformista, pero tampoco podrá mantenerse como un bunker en la dirección, como hacía su antecesor.
En Bulgaria, Yivkov reafirma su posición erigiéndose en adalid supremo de las reformas. Ha liquidado políticamente a quienes quisieron convertirse en alternativa y promueve a aquellos que, como el ex ministro del Interior Dimitir Stoianov, demuestran fidelidad a su persona.
Los plenos del comité central celebrados en Sofía, Budapest y Praga han estado marcados por el gran dilema de los comunistas: cómo imprimir una nueva dinámica política y social al país, imprescindible para frenar el hundimiento de sus economías, sin el riesgo de perder el poder.
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