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Israel, aún veremos

No es bueno reaccionar con odio ni reaccionar con histeria. No es cierto que el país, que el Estado haya caído en manos de los jomeinistas -el 85% de los electores se pronunció a favor de los partidos seculares-. Sólo que muchos de ellos son, a mis ojos, peores que los ortodoxos.Ni toda actitud religiosa es jomeinista, ni debe, necesariamente, despertar en nosotros un odio ciego. Con frecuencia la gente expresa cosas sin sentido. He escuchado juicios sin fundamento, palabras injustas contra los sefardíes o judíos orientales, e inclusive contra los religiosos practicantes, como si hubiera que escoger entre dos males el menor.

También la histeria ("destruyen oportunidades, son liosos, etcétera") carece de sentido. Perdimos por poco, pero no una guerra. Frente a todo derrotismo hay que rearmarse moralmente y preguntarse qué se ha hecho mal para comenzar a corregirlo a partir de mañana por la mañana.

Para comenzar, es de suponer que Isaac Shamir se alíe con los partidos religiosos y con los grupos más nacionalistas. Pero, dicho sea de paso, el mismo planteamiento surgió ante el primer Gobierno de Israel cuando la mayoría tuvo que escoger a partir de la confianza otorgada por los partidos no sionistas o, inclusive, antisionistas, que por entonces decidían bastante.

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Por ello no es bueno reaccionar negativamente o con ansiedad frente a los partidos religiosos y pensar que tal vez el Likad "les ofrezca mejor tajada o mejor arreglo que los laboristas". Todas las conversaciones de los partidos religiosos con Simón Peres buscarán un solo objetivo: subir el precio a sus demandas y deseos. Ése es el quid de la cuestión.

En lugar de ello es preciso agruparse de inmediato, mañana mismo, para consolidar un bloque de todos los partidos de izquierda en la oposición basado en dos principios básicos: a) si acaso se propone el Gobierno Sharon-Levinger realizar la transferencia (de palestinos, se entiende) o si realiza otros actos delictivos hemos de hacer notar que también nosotros tenemos frontera, y que hay un límite. Por otro lado, b) si tal Gobierno da pasos decisivos hacia la paz, no dudar en apoyarlo con tal de prevenir las eventuales alianzas con los partidos o las ficciones más reaccionarias que actúan en su seno. Sobre esa base es posible comenzar a trabajar desde la oposición ya mismo.

El impedimento central y más poderoso con que se topa el Gobierno extremista de Shamir, todavía más duro que la misma oposición, es la cruda realidad. En un mundo que vive el fin de la guerra fría, en un mundo que muestra indicios de reconocimiento de Israel por parte de sus enemigos, en un mundo que roza la década de los noventa, un Gobierno como el de Shamir resulta anacrónico, pues no es la oposición sino los hechos reales los que le obligarán a bajarse del árbol o bien desaparecer. De lo contrario, su destino será un destino lleno de sangre. Sin embargo, debemos aprender una cosa respecto del éxito del bloque religioso: con el surgimiento del Estado, el Partido Laborista soslayó bastante el tema educativo, desplegando todos sus esfuerzos en la construcción de un entramado político y económico (en empresas y organismos tales como Kor, Solel Bonéh, Shicún Ovdim, o la medicina social de Kipat Jolim), desarrollándose hasta desvirtuar sus orígenes obreros y obstaculizar sus mismos objetivos. Logros materiales que, de algún modo, debilitaron al movimiento y lo cambiaron. Por su parte, no se equivocaron los religiosos al invertir cada centavo ahorrado en sus redes de educación y cultura. Por ello cosechan ahora los frutos más dulces.

Creo que corresponde al laborismo reaccionar con celeridad apelando a todo su instrumental, a todos sus valores tradicionales, invirtiendo sus fuerzas creatívas en un proyecto educativo que reavive sus energías latentes.

Esta última semana hemos visto cómo el problema no era qué pauta seguir, ni tampoco cuál opción escoger. El problema consiste en qué parte del pueblo de Israel está alejada de sus valores fundacionales, los valores humanistas del Partido Laborista.

Es necesario recordar que los padres fundadores desertaron de esas mismas academias y centros religiosos para llevar a cabo un proyecto delineado y esbozado en la antigua literatura hebrea; el de un humanismo judío que una vez logró entusiasmar a toda una generación que, formada tradicionalmente, supo adaptarse a los tiempos nuevos.

Hay que comprender que el problema no es solamente político, sino también espiritual. El curso de los acontecimientos pondrá a prueba este último aserto. Aún veremos.

Amos Oz escritor israelí, acaba de ganar el Premio Fémina de novela con su obra La boile noire. Traducción: Mario Satz.

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