_
_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un grave error

LA DECISIÓN norteamericana de negar el visado a Arafat e impedir que pueda tomar la palabra ante la Asamblea de la ONU ha enfrentado a Estados Unidos a la opinión de casi toda la comunidad internacional, en un momento en que la resistencia palestina está dando señales inequívocas de buscar una salida negociada al conflicto de Oriente Próximo. Como ha declarado el secretario general de la ONU, Pérez de Cuéllar, Washington ha cometido con la negativa al visado un acto "incompatible" con sus obligaciones de huésped de dicha organización. En virtud de un acuerdo -que tiene valor de tratado internacional-, EE UU debe facilitar un visado a todas las personas llamadas a participar en los debates de la ONU, con la única excepción de casos que representen un peligro para la seguridad de EE UU. Invocarla ahora, acusando de terrorismo a la OLP, no tiene ningún sentido. Otros dirigentes de la misma organización tienen visado y toman parte en las reuniones de la ONU. Arafat mismo estuvo en Nueva York en 1974. ¿Qué sentido tiene sacar a relucir el terrorismo precisamente cuando la OLP, en su reciente reunión de Argel, ha decidido renunciar a la violencia y reconocer de hecho al Estado de Israel?En el fondo, la actitud de EE UU refleja la voluntad política de cerrar los ojos ante las trascendentales decisiones de la OLP en su reciente reunión de Argel. Allí, el Consejo Nacional Palestino aprobó la renuncia al terrorismo y reconoció implícitamente al Estado de Israel, algo que Estados Unidos ha exigido durante mucho tiempo. ¿Por qué rechazar ahora la nueva perspectiva que se ha abierto después de la reunión de Argel? Para la causa de la paz es fundamental, por el contrario, dar el máximo relieve a la posición actual de la OLP. La actitud de EE UU sólo juega a favor de la intransigencia del Gobierno israelí y de los grupos palestinos extremistas que rechazan el camino de la paz. Por eso la decisión de EE UU ha merecido la reprobación unánime -de una u otra forma- de sus aliados europeos, incluida la señora Thatcher. Si EE UU hubiese querido demostrar su aislamiento en este tema, no hubiese podido encontrar mejor forma de hacerlo.

La decisión norteamericana es particularmente grave en un momento en que la ONU asume un papel cada vez más importante en numerosos conflictos internacionales. En el tema palestino su responsabilidad es primordial: el nacimiento legal del Estado de Israel se debe a una decisión de la Organización de las Naciones Unidas. Que la ONU lo discuta sin dar a la máxima voz palestina la posibilidad de expresarse es un absurdo inimaginable. Sería lamentable que la cerrazón de EE UU obligue a la Asamblea a desplazar sus trabajos fuera del territorio norteamericano para conseguir un debate completo y sin censura.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_