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'Tots els colors del verd...'

Antonio Elorza

El recital fue punto de encuentro de muchos caminos. Visto desde hoy resulta dificil pensar que llegara a celebrarse cuando ya eran conocidas las noticias de la revuelta universitaria de París. El hecho es que la actuación de Raimon fue autorizada. Miles de estudiantes reunidos en la madrileña facultad de Políticas y Económicas pudieron corear el Diguem no, la canción del rechazo, antes de que poblara los estantes de las librerías El hombre unidimensional, de Marcuse. También se escuchó por vez primera un respaldo masivo a la rebeldía vasca con el repetido ¡Gora Euskadi! que siguió a Tots els colors del verd... Incluso se materializó el enlace entre obreros y estudiantes con la entrega de los beneficios del acto a los trabajadores en huelga de Pegaso, en tanto que la voluntad de ruptura con el sistema encontraba un modo de expresión adicional cuando los manifestantes salidos del acto bloquearon el Mercedes de un alto personaje. La Universidad era ya el símbolo de una España incompatible con la que encarnaban por los mismos días el dictador postrado a los pies de la Virgen de Covadonga o el ministro Solís dispuesto a "perfeccionar" en Tarragona su organización sindical.Entre tanto, en París culminaba un proceso de dimensiones mundiales de movilización universitaria en que entraban ingredientes tan diversos como la oposición al servicio militar en Vietnam o la difusión de las ideologías críticas del autoritarismo. En el caso francés la chispa inicial no pudo tener orígenes más marginales. Cuando al calor de una serie de conflictos con el poder académico surge en Nanterre el "movimiento del 22 de marzo" -nombre que enlaza simbólicamente con el hito antiimperialista del 26 de julio cubano- casi nadie conoce la existencia de algo llamado Internacional Situacionista, de cuyos análisis críticos y formas de expresión habría de nutrirse el estallido del Mayo francés. La centralidad de la condición estudiantil en el sistema de dominación ideológico y cultural del capitalismo, su miseria transitoria que reproducía la situación del proletariado en un marco social de opulencia, el agotamiento de los modelos revolucionarios clásicos, el mundo de la imagen como espacio privilegiado de dominación y confrontación en "la sociedad del espectáculo" y la exigencia de reinventar la revolución desplazando su eje del centro de trabajo a la vida cotidiana serán ideas que saltarán a primer plano cuando en mayo de 1968 las torpezas de los actos represivos pongan en marcha la bola de nieve que culmina entre el 13 y el 27 de mayo. Luego el contrapoder universitario se disuelve, pero no sucederá lo mismo con algunos de los temas centrales de la revuelta.

Lo que ocurre es que España estaba para pocas filosofías, aunque en esos años se diese en nuestra Universidad una avidez de lecturas nada académicas y Marx, Mao, Marcuse, Peter Weiss, Reich y Debray se hicieran sitio en las bibliotecas juveniles al lado del Guernica y del cartel del Che. En la primavera de 1968, con el recital de Raimon en Madrid culmina una onda larga de ocupación creciente por la juventud estudiantil del espacio universitario, que había arrancado de la fundación de FUDE, y la ruptura con el SEU encontró su momento de definición con la alternativa del Sindicato Democrático de Estudiantes, y ahora llegaba al momento decisivo de la confrontación con el poder dictatorial. Eso sí, en una situación de inferioridad de fuerzas tan clara como la que caracterizara al proyecto comunista de la "huelga nacional pacífica" destinada a acabar con el régimen. La ideología dominante era de tipo radical. Antifranquismo no equivalía a convicción democrática. Más bien prevalecía difusamente el planteamiento similar al acuñado por Claudín, resaltando por una parte el impacto de las transformaciones capitalistas de la España de los sesenta, pero a fin de mostrar que ese desarrollo económico nos ponía en puertas del socialismo. Así quedaba desbordado el PCE, sobre todo en la pinza del Felipe, mezcla de modernidad, radicalismo socialista y anticomunismo -o antiestalinismo- de fondo. Quedaba diseñado el camino que en el futuro llevaría a la socialdemocracia, pero por el momento el primer plano era ocupado por la dureza de la confrontación antifranquista y por el ensueño de la alianza de "obreros y estudiantes", que el propio PCE trataría de captar con la plomiza propuesta de la "alianza de las fuerzas del trabajo y de la cultura".

Muchos eran los caminos, pero mayores los obstáculos y poca la luz para salvarlos en un marco de constante represión. De ahí que una de las fuerzas políticas principales de nuestro 68 universitario, el citado FLP, entre inmediatamente en crisis, igual que ocurrirá con las plataformas unitarias que llevaron a ese momento, el Sindicato Democrático y FUDE. La continuidad corresponderá hasta 1975 a un movimiento respaldado por una heterogeneidad de siglas.

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Mayo de 1968 se cerraría en España unos meses después, el 20 de enero de 1969, al golpear contra el suelo desde un séptimo piso el cuerpo del estudiante Enrique Ruano, militante del FLP en la facultad de Derecho. Según una variante del guión trágico, tantas veces repetido, tras dos días de interrogatorios, fue llevado al piso para reconocer una documentación subversiva, y allí, en un descuido de sus atentos vigilantes, se arrojó al vacío "debido a impulsos nihilistas y suicidas". Un diario de la mañana completó el embadurnamiento de la muerte publicando fragmentos de un diario que sugería una personalidad propensa a la depresión y casi a la homosexualidad. Cuatro días después llegaba la proclamación del estado de excepción, seguida de una oleada de detenciones y confinamientos en el más puro estilo del fascismo, de la que fueron víctimas profesores demócratas, como Elías Díaz, Raúl Morodo y Paulino Garagorri. Era el inicio de la brutal e ineficaz represión a borbotones que se mantiene hasta la muerte del dictador. De la justificación de tal medida se encargó el entonces ministro de Información y Turismo. He de decir que de su voz ese día nunca me olvidaré, igual que no lo haría Raimon de su recital del 18 de mayo. El ministro dijo entonces ser el portavoz de "una marea de opinión sana y mayoritaria", enfrentada con quienes querían "meter al país en una ola de confusión y de subversión mundial" por medio de "una estrategia en la que se utiliza la generosidad ingenua de la juventud para llevarla a una orgía de nihilismo, de anarquismo y de desobediencia". La declaración, una de las más abyectas de tantas abyectas que produjo el régimen, puede consultarse en el Abc del 25 de enero de 1969.

En la España de Franco se daba poco espacio para que la imaginación alcanzase el poder. Eso no quiere decir que faltasen entre nosotros los cambios en la vida cotidiana a que hacía referencia indirecta el portavoz de Franco al evocar la orgía que amenazaba con destruir su mundo feliz de conejeras patriarcales custodiadas por grises. Posiblemente, después de 1968 se hizo más el amor en la Universidad, a pesar de las dificultades que persistían para obtener la famosa píldora. Cambiaron las relaciones intergeneracionales y también lo hizo la relación académica. El enfrentamiento al poder en el terreno de la manipulación de la imagen cobró carta de naturaleza. A fin de cuentas, de nuestros universitarios pudo decirse también lo que Raymond Aron proclamó con irritación a propósito de los jóvenes franceses: "El amor perdió su misterio y su poesía con la libertad de costumbres". Y desde entonces, por un cierto tiempo, la legitimidad pasó al campo de la crítica desde el campo del poder. El transformismo de buena parte de los sesenta y ochos no ha anulado aún del todo este proceso.

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