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El debate sobre el 'estado de la región' confirma el acercamiento entre el Gobierno regional, IU y CDS

El debate sobre el estado de la región se cerró ayer con la sensación de que el CDS e Izquierda Unida facilitarán la gobernabilidad de la Comunidad de Madrid. El presidente regional, Joaquín Leguina, arrimó el ascua a las propuestas de estos grupos en el tramo final del debate. Leguina, que busca un apoyo progresista para gobernar en minoría, se mostró correcto en su réplica al CDS e irónico en su respuesta a IU. El presidente reservó su pólvora política para fustigar a AP. El portavoz de este grupo, Alberto Ruiz Gallardón, se separó del resto de la oposición al descalificar duramente la labor del Ejecutivo autónomo.

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FRESNEDA, Madrid

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Isabel Vilallonga, portavoz de IU, abrió el fuego a las once de la mañana. Vilallonga fue la primera en hablar de consenso, aunque puso una condición: que los acuerdos políticos se hagan "con luz y taquígrafos" en la Asamblea de Madrid.Vilallonga esbozó una larga lista de propuestas económicas que Leguina se comprometió a asumir; entre ellas, la creación de un único fondo para el empleo o la petición de transferencias de trabajo a la Administración. No faltó en su intervención una diatriba contra la pasividad de los empresarios.

Fernando Castedo, portavoz del CDS, abrió ayer la puerta a las "puntuales coincidencias" con el Gobierno regional, aunque advirtió a Leguina: "No enmascare su comodidad a la hora de gobernar con la apelación a la gobernabilidad".

El diputado del CDS coincidió con IU a la hora de exigir más competencias en cuestiones de salud, educación y economía. El CDS pedirá un mayor control de la adjudicación de obras, de las transferencias presupuestarias y de la convalidación de gastos.

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Casi todo el discurso de Alberto Ruiz Gallardón, portavoz de AP, fue para dejar por los suelos los escasos cuatro meses del nuevo Gobierno regional. Su verbo atropellado no dejó consejero con cabeza. Contradicciones entre los miembros del Ejecutivo autónomo, falta de entendimiento con el Gobierno central, discriminación hacia algunos ayuntamientos, Ruiz Gallardón pintó un panorama desolador y apenas tuvo tiernipo en media hora para apuntar soluciones: controlar el gasto público, mejorar el plan de accesos a Madrid y dedicar más fondos para vivienda.

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