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Latinoamérica inicia una cuarta ronda de negociación de la deuda ante el fracaso del 'plan Baker'

Joaquín Estefanía

Desde mediados del año, los países latinoamericanos han iniciado una nueva ronda de renegociación de su deuda externa -que asciende a 368.000 millones de dólares-, que supone la cuarta desde que en el verano de 1982 comenzó el llamado problema del endeudamiento, cuando México suspendió pagos. Esta cuarta ronda se caracteriza por la diversidad de fórmulas que se están manejando: capitalización de los créditos, acuerdos de recompra, pagos en especie... Ello ocurre cuando el llamado plan Baker ha hecho aguas por todas partes: sólo cuatro países (Argentina, Chile, México y Uruguay) han recurrido a su ortodoxia.

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Norberto González, secretario general de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), ha terminado un estudio sobre los últimos acontecimientos en Latinoamérica que será presentado, a mediados del mes de agosto, en dos reuniones de los Estados miembros de la organización, que se celebrarán en Nueva York.El resumen de este documento es estremecedor: "En general, las características más notables de 1986, por lo que se refiere a las tendencias de la acumulación de la deuda, fueron la completa desaparición de los desembolsos netos de crédito por parte de los prestamistas privados y el deterioro de importantes indicadores de la carga de la deuda, que llegaron a niveles tan desfavorables como los registrados al comienzo de la crisis, o que lo eran más aún. Además, el aumento de las tasas de interés durante el primer semestre de 1987 ha agravado la carga de la deuda".

Según la CEPAL, la caída espectacular de los precios del petróleo en el primer trimestre de 1986 erosionó la capacidad de pago de dos de los mayores deudores de la región (México y Venezuela), así como la de algunos deudores más pequeños: Perú, Ecuador y Bolivia. Ello dio lugar al comienzo de la cuarta ronda de negociaciones sobre la deuda externa.

Esta ronda se caracteriza por la variedad de opciones para la amortización de la deuda que tienen ante sí los acreedores, mucho más amplia hoy que en 1982: "Ahora existe la posibilidad de capitalizar la deuda, de suscribir acuerdos de recompra, de hacer pagos en especie, de recurrir a los bonos de salida, de modificar los plazos de pago de los intereses, e incluso la perspectiva de intercambiar la deuda por una participación activa en las transacciones del mercado de valores de los países deudores". Por todo ello, los acreedores tienen ahora más libertad para buscar las opciones que reflejen mejor sus intereses en cuanto al mejoramiento de su cartera.

En cualquier caso, la Organización de las Naciones Unidas advierte que un mercado más amplio "en sí mismo constituye sólo una solución muy parcial para el problema de la deuda y que de ninguna manera reemplaza una iniciativa global y multilateral auspiciada por los Gobiernos, solución que inevitablemente debe incluir la condonación de la deuda en algunos casos". Respecto a los países deudores, este abanico de soluciones ha empezado a servir para establecer mejores condiciones técnicas, con el aval de los Gobiernos: "Los bancos se encuentran en mejor posición para que sus Gobiernos les hagan asumir las pérdidas con el objeto de aplicar, en beneficio de los países deudores, medidas de alivio de la deuda más amplias de lo que se requiera para lograr un ajuste social eficiente".

El documento hace un repaso al plan Baker (denominado así por ser su constructor ideológico el secretario del Tesoro norteamericano) de modo crítico: dos años después de haber sido dado a conocer en la asamblea anual del Fondo Monetario Internacional (FMI), en Seúl, no ha logrado suministrar los elementos necesarios para administrar en forma coherente el problema de la deuda. Sólo Argentina, Chile, México y Uruguay se han inscrito en el marco convencional del plan Baker, con arreglo al cual los deudores reestructuran la deuda con los bancos privados mediante discusiones con sus comités de coordinación, y la deuda oficial bilateral, con el Club de París; todo ello previa negociación de un programa de ajuste formal con el FMI.

El esquema del FMI

Colombia, y Venezuela se encuentran parcialmente fuera del plan Baker, ya que en sus programas económicos y en sus procesos de refinanciación y reestructuración, respectivamente, sólo se atienen a algunas consultas con el FMI y no a la plena vigilancia del fondo. Costa Rica, Honduras y la República Dominicana se encuentran aún en mayor medida fuera de dicho esquema.Por último, Bolivia, Brasil, Ecuador y Perú se encuentran en una situación de moratoria en relación con el pago del servicio de la deuda. Bolivia ha firmado recientemente un acuerdo de crédito contingente con el FMI y ha establecido un mecanismo en su banco central para recomprar la deuda por un monto que representa una pequeña fracción de su valor contable. Perú, que la pasada semana ha nacionalizado la banca, se niega a aceptar un programa de ajuste del FMI y ha limitado unilateralmente el pago de la deuda al 10% de sus ingresos por exportaciones. El FMI y el Banco Mundial han inhabilitado a Perú para recibir nuevos préstamos, mientras el presidente Alan García promueve un sistema para pagar la deuda en especie en lugar de hacerlo en divisas.

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