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Renzo Giacchieri

Director de escena de la 'Aida' de Luxor

La idea de hacer Aida, de Giuseppe Verdi, en el templo de Luxor, donde el compositor, que jamás estuvo en Egipto, situó parte de la acción, nació de este hombre, Renzo Giacchieri. Su obsesión principal para este montaje, en el que ha estado trabajando durante más de un año y medio, ha sido la de respetar la "verdad" verdiana, manteniéndose alejado tanto de lo que él llama las "tentaciones hollwoodianas" como de una concepción de la obra excesivamente filológica y aburrida.

Renzo Giacchieri trabaja desde hace 27 años en la radiotelevisión italiana, donde actualmente asesora al vicedirector general de los programas culturales. Entre 1982 y 1986, este romano, de aspecto benévolo y mirada penetrante, fue director del Ente Lírico de la Arena de Verona y fue entonces -"durante la temporada 1983-19184" puntualiza- que concibió la faraónica idea de producir una Aida específicamente pensada para Luxor. "No había trabajado jamás en una empresa de semejantes características", declara, asombrándose casi de su propia osadía. "De las aproximadamente 30 nuevas producciones operísticas de las que me he responsabilizado, sólo seis o siete estaban concebidas para su realización al aire libre, pero esto de Luxor supera todo lo que hasta ahora había hecho".Giacchieri reconoce que su proyecto hubiera sido inviable de no haber contado con el ápoyo del empresario Fauzi Metualli: "Ha arriesgado mucho, pero creo que ha valido la pena. A su lado ha tenido el apoyo directo del presidente Mubarak y del gobernador de Kena, que han resultado imprescindibles". Para llevar a cabo lo que hasta ese momento no era más que una idea, descabellada para algunos, tuvo que desplazarse nueve veces a Egipto-. "Mi preocupación principal era la de evitar el espectáculo de luz y sonido. Se me ha discutido mucho, por ejemplo, que situara los dos espacios escénicos no delante de la entrada principal, sino a un lado, con el público mirando al Nilo. Quizá me equivoque, pero pienso que es justamente este hecho el que nos aleja de un espectáculo turístico".

"Hollywood era el otro aspecto temido", continúa Gianchieri, "pero creo que me he mantenido al margen. Ciertamente hay en el montaje un planteamiento cinematográfico. He utilizado dos escenarios, en los que a veces la acción se produce contemporáneamente. Para la gran escena del triunfo he utilizado la avenida de las esfinges, y para la escena final, el templo de Tolomeo, que me ha servido como tumba para los dos amantes. Pero creo que he sido fundamentalmente justo y no grandilocuente". Para el director, "el Egipto de Verdi es verdadero, por más que él nunca hubiera estado aquí. El ambiente que crea la música al principio del tercer acto reproduce con fidelidad absoluta el silencio del Nilo por la noche".

Los problemas que se han tenido que superar han sido muchos, pero al final está convencido de que "hemos conseguido una comunión cultural entre la cultura islámica y la occidental llena de posibilidades de cara al futuro", concluye con optimismo quien ha visto hecho realidad un sueño faraónico de una noche de verano.

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