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Tribuna
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La huella

Manuel Vicent

Por desgracia el abuelo murió, pero antes de ser amortajado sus deudos le rebanaron en caliente el dedo pulgar y envuelto en un plástico lo guardaron en la nevera. El último día de cada mes aquel dedo era descongelado y con él se imprimía la huella a modo de firma en los papeles que mandaba la Seguridad Social. Gracias a eso la hija, el yerno y cuatro nietos seguían cobrando la pensión del jubilado. Prácticamente esta familia de parados no tenía otra fuente de ingresos. El pulgar derecho del abuelo constituía su único patrimonio y lo que comenzó siendo un acto de picaresca para sobrevivir se acabó convirtiendo en una forma religiosa de existencia con un remate a cuchillo. La nevera pronto se transformó en una cripta donde se veneraba el poderoso dátil del pensionista como se hace con la reliquia de un santo.El efecto económico de la huella digital duraba ya varios años y con el tiempo ella fue engendrando fórmulas mágicas en el seno de aquella familia que vivía cohesionada en torno al dinero generado por el dedo divino. El rito de la descongelación estaba rodeado de un misterio casi agrario. El yerno extraía de la bolsa de plástico el pedazo de carne convertido en un carámbano y lo depositaba con sumo respeto en un plato y al amor de unos cirios lo iba calentando y mientras se producía el deshielo todo el clan entonaba canciones de alabanza al abuelo y así el mito del eterno retorno se reproducía al final de cada mes. Desaparecida la nieve se veía brotar la yema del pulgar como un milagro de la primavera. Lentamente el dibujo de las estrías volvía a renacer sobre la pulpa y la familia quedaba admirada otra vez al comprobar que la estampilla de aquel dedo en el papel de la Seguridad Social daba el fruto deseado. Todo fue bien hasta que los cuatro nietos crecieron y entre ellos no comenzaron las am.biciones. La historia cuenta que el mayor de los cuatro llevado por la avaricia un día robó el pulgar rebanado e intentó huir pero los hermanos le alcanzaron en el andén de la estación y allí hubo una reyerta fratricida a navaja que produjo un muerto. La reliquia del abuelo volvió a la nevera aunque ya había una boca menos.

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Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

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