_
_
_
_
_
Crítica:EL CINE EN LA PEQUEÑA PANTALLA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Ingmar Bergman, 'después del ensayo'

El ciclo de Bergman concluye con un estupendo e inesperado regalo: el estreno en España de Después del ensayo (After Repetitionen), interpretado por dos rostros familiares en la filinografia de Bergman: Erland Josepshon e Ingrid Thulin, una Thulin -turbadora, fascinante presencia- a la que no habíamos vuelto a ver desde Gritos y susurros. Junto a ellos, la joven Lena Olin, la Cordelia del King Lear que el Dramaten representó el pasado año en Barcelona. Y, cómo no, Sven Nykvist, su director de fotografila, el tercer ojo del maestro.El guión de Después del ensayo lo escribió Bergman en el verano de 1980, en su isla de Farb, y lo rodó tres años más tarde, poco después de haberse despedido oficialmente del cine. Se trata, pues, de un filme (72 minutos) realizado para la televisión sueca, un medio por el que Berginan siente una gran atracción (El rito, Secretos de un matrimonio, Fanny y Alexandre..., sin olvidar La flauta mágica).

Si Fanny y Alexandre finalízaba con la decisión de volver al teatro e interpretar El sueño, de Strindberg, Después del ensayo comienza precisamente, como indica el título, una hora después de terminado el ensayo de esa misma obra, El sueño, la cual Henrik Vogler (Erland Joseplison), el director, es decir, el propio Berginan, se dispone a montar por quinta vez. Nos hallamos en un viejo teatro, con el telón medio levantado. Junto a las candilejas, Vogler -"tiene 109 años o quizá tan sólo 62" (los años de Bergman, nacido en 1918, en el verano de 1980), leemos en el guión- aparece inmóvil, como disecado, en un viejo sillón derrotado, un sillón que ha conocido diversos montajes de obras de Ibsen... "Después del ensayo", dice una voz (Vogler) en off, "me agrada permanecer unos momentos en el escenario para reflexionar tranquilamente sobre el trabajo diario. Es la hora del crepúsculo, cuando el teatro queda vacío, silencioso". En otras palabras: llegada la edad en que los montajes por realizar cuentan, pesan más que los realizados a lo largo de una carrera sin duda triunfal, Berginan se detiene a reflexionar, tranquilamente, sobre el gran trabajo de su vida: su pasión por el teatro, el amor que siente por los cómicos, los actores y las actrices.

Dos mujeres

Dos mujeres, dos actrices, van a ser los testigos de esa reflexión/ pasión. Una de ellas, Rakel (Ingrid Thulin), o mejor el fantasma de Rakel, encarna, resume todo el pasado amoroso de Vogler/ Bergman. Rakel, que fue su amante y que tras varios intentos de suicidio murió alcoholizada. La otra, Ana Egerman (Lena Olin), 23 años, es la hija de Rakel. La escena del enfrentamien-

to, de una crueldad inaudita, entre Rakel y Vogler es alternativamente contemplada (sin aparentarlo) por una Ana niña (interpretada por la hija de Peter Weiss y de Gunilla PalinstiernaWeiss, la escenógrafa habitual de Berginan) y por una Ana-adulta (Lena Olin), a la que Vogler ha escogido para interpretar el papel de la hija de Indra en El sueño. Ana encarna el entusiasmo de la juventud, la ambición y un posible futuro para Vogler, es decir, una nueva mujer...

Pero la posible aventura entre el director y la joven actriz, que se le ofrece -¿a quién? ¿al hombre de teatro, al amante de su madre ... ?-, no va a ir más allá de un simulacro. Ana y Vogler imaginan todos los riesgos que acarrearía la posible aventura: desde el mal sabor de la primera noche hasta la ruptura final, pasando por los celos y las crisis ocasionadas por el trabajo en común. Ambos simulan la vida que no podrían vivir. La ensayan y, al terminar el ensayo, se separan. El filme de Bergman es, como la obra de Strindberg, un sueño. Un simulacro de esa vida que no se puede o no se quiere vivir. De ahí el teatro, la necesidad deljuego teatral, como ensoñadora profanación, mutilación o prolongación de una vida que sólo se puede o se quiere vivir mintiéndola.

Después del ensayo, del que Berginan ha dicho que, en caso de sobrevenirle un accidente mortal, sería, sin duda, su mejor testamento, reanuda la experiencia iniciada con su cine de cámara (Como en un espejo, Los comulgantes, El silencio), la cual nace a imagen y semejanza del teatro de cámara (el Kammerspiel) de Strindberg, un teatro condenado, irremisiblemente condenado, diría yo, a desembocar en el cine, y más aún en la televisión, cuyos planos -la ley del medio- provocan la irrupción de esos rostros, ojos, voces, manos, que protagonizan el gran poema carnal que, en definitiva, es la obra filinográfica de Inginar Bergrnan.

Después del ensayo se emite hoy a las 22.05 por TVE2.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_