Crímenes sin castigo

Nuevamente una persona implicada en delitos de sangre y relacionada con los antiguamente llamados incontrolados es puesta en libertad sin apenas haber cumplido ni la cuarta parte de la condena. Ya resulta complicado obtener una sentencia condenatoria en estos casos (caso Brouard, por ejemplo) gracias a las poderosas tutelas de que disfrutan por parte, precisamente, de quienes deberían ser sus perseguidores: pues aun en tales casos esas condenas de los tribunales se están convirtiendo en papel mojado.Porque no es el primer ni el segundo caso: recordemos la libertad obtenida por Lerdo de Tejada, implicado en la matanza de Atocha; de Martínez Loza, implicado en el asesinato de Yolanda González, así como los permisos concedidos a Albaladejo, García Juliá e Ignacio Abad. Por no citar la protección de que disfrutan los ultraderechistas extranjeros (Salvatore Francia, Giuseppe Calzona, Carlo Cicutini) cuyas extradiciones no se conceden (algo que en los demás casos resulta casi automático) y alegando, en el colmo del sarcasmo, que sus crímenes son delitos políticos o bien aplicándoles por eso mismo la amnistía de octubre de 1977 que en España se ha negado, entre otros, a los miembros de la Unión Militar Democrática, por poner sólo un caso.

Debemos concluir que hay poderosos padrinos, grandes protectores que garantizan la impunidad de los responsables de múltiples

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