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La caída de los precios del petróleo

(...) Ante el descenso vertiginoso de los precios de los hidrocarburos surge una tesis de modo insistente en España: si la crisis que padecemos desde 1974 se ha producido como consecuencia de la subida de los precios del petróleo, parecería lógico alegrarse de su descenso. Si, además, se barajan cifras ciertas de alivio del coste de nuestras importaciones, y si, además, se rumorea .que va a descender el precio de la gasolina para frenar la subida del IPC", es lógico que se crea que nos encontramos casi a las puertas de un paraíso económico.En economía las cosas son algo más complicadas. En este momento la crisis que amenaza, tras la noticia escueta que escalofrió a partir del 20 de enero, que anunció el descenso en unas horas de 1,5 dólares en el precio del barril del llamado bruto brent del mar del Norte, es que la depresión puede no tener raíces reales, sino financieras. A finales de 1973 tales raíces reales se encontraban en la alteración de las estructuras productivas, al subir el precio de la energía. Ahora el problema va a proceder de la difícil situación en que se ha colocado el sistema financiero internacional, perturbado en cinco áreas geográficas. De modo inmediato se observa que es grave la situación británica; por cierto, uno de nuestros grandes mercados compradores de bienes y servicios. A partir del 9 de diciembre del año pasado, tras la reunión de Ginebra de la OPEP, se ha producido una competencia durísima entre los productores del mar del Norte y los de Oriente Medio. Se han lanzado todos a producciones crecientes, como acaba de informarnos el Petroleum Intelligence Weekly, dispuestos incluso los del Oriente Medio, según acaba de susurrar la Cambridge Energy Associates, a "dar a los británicos la lección que merecen", esto es, llegar a la cotización de cinco a ocho dólares barril, momento en el que tendría que comenzar el cierre de pozos en ese mar. (...)

Otro problema es también muy preocupante. Los petrodólares se disuelven, como se observa al contemplar la disminución -de 200.000 millones de dólares en 1982 a menos de 100.000 millones ahora- en las reservas de Arabia Saudi. Otras naciones, con México y Nigeria en cabeza, y parece que puede incorporarse a ellas Venezuela, pierden sus posibilidades de mantener una mínima solvencia intemacional. Si no pueden hacer frente a sus obligaciones en intereses y amortizaciones de los préstamos bancarios, la carga sobre los grandes bancos internacionales puede resultar intolerable para éstos. (...)

Por si esto fuera poco, los llamados cuatro tigres asiáticos, los antaños poderosos financieramente Hong Kong, Singapur, Corea del Sur y Taiwan, experimentan crecientes dificultades económicas a causa de la baja en el ritmo de crecimiento norteamericano. De forma derivada, su crisis pone en peligro otro flanco del sistema financiero internacional.

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24 de enero

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