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Una ley para la esperanza

Resultaba imprescindible, en opinión del autor, acometer seriamente la reforma de la obsoleta legislación existente en materia de transporte terrestre. Los empresarios esperan que la nueva ley dote a la actividad del transporte de la fluidez y flexibilidad que necesita la economía española.

El Consejo de Ministros ha aprobado recientemente el anteproyecto de ley de Ordenación del Transporte Terrestre.Esta medida ha sido acogida con gran esperanza por el sector, ya que en dicho anteproyecto se han depositado numerosas ilusiones en la creencia de que pueda constituir el instrumento válido para un desarrollo armónico de la iniciativa empresarial con vistas a nuestra próxima integración en la CEE.

La oportunidad de esta nueva ley resulta innegable toda vez que el transporte español se viene rigiendo por un marco legal que data del año 1947. Evidentemente, la propia actividad ha evolucionado vertiginosamente desde esa fecha, sin que el régimen normativo lo haya hecho de forma paralela, sino con un considerable retraso y con una continua política de remiendos o parches. Prueba de ello es, por ejemplo, que recientemente se había aprobado una nueva ley de Infracciones y Sanciones en el Transporte sin que se hubiera modificado la estructura legal fundamental del año 1947.

Todo ello ha provocado un desarrollo bastante atípico del sector, y estas carencias se pondrían aun más de manifiesto- con nuestra próxima adhesión a la CEE. Por eso resultaba absolutamente imprescindible acometer seriamente la reforma de la obsoleta legislación actualmente vigente y que las organizaciones empresariales venían demandando desde hace ya varios años. Ahora, el Gobierno, a propuesta del Ministerio de Transportes, ha empezado a acometer esta tarea con la aprobación del anteproyecto de ley de Ordenación del Transporte Terrestre. Y, como decía anteriormente, esta iniciativa ha levantado una enorme expectación y esperanza en el sector.

¿Qué esperamos los empresarios de esa futura ley?

En primer lugar, que dote a la actividad del transporte, conjunto de arterias por donde circula toda la economía española, de la fluidez y flexibilidad suficientes para poder desarrollar esta función en las condiciones óptimas que el usuario demanda.

En segundo lugar, que resulte el instrumento válido de coordinación eficaz de los diferentes modos de transporte, procurando que cada uno de ellos se especialice en aquellos terrenos donde resulten verdaderamente competitivos.

En tercer lugar, que se reconozca y promocione la iniciativa privada, que ha venido demostrando sobradamente cómo, a pesar de una legislación obsoleta, se puede prestar un servicio en las condiciones que solicita la demanda.

En cuarto lugar, que instaure los cauces de una adecuada colaboración y diálogo entre la Administración del Estado y de las comunidades autónomas que salvaguarden la unidad de mercado, condición sin la que el transporte no podría funcionar.

En quinto lugar, que implante un marco de libre y leal competencia.

Realidad en la CEE

Todos estos factores que nosotros solicitamos son ya una realidad, desde hace varios años, en el conjunto de países que componen la CEE, donde España acaba de integrarse.

Y si conseguimos que muy pronto lo sean también en nuestro país, habremos logrado el primer paso: la equiparación legal con nuestros competidores europeos. Y en igualdad de condiciones, conociendo a los empresarios españoles, no resulta aventurado pronosticar una rápida expansión y crecimiento de nuestras empresas en el ámbito comunitario.

Por eso, esta primera etapa cubierta por el Gobierno al aprobar el anteproyecto de ley de Ordenación del Transporte Terrestre resulta de vital importancia, y, en la medida en que durante el proceso que debe seguir a aprobación, aplicación y desarrollo de este nuevo marco legal se continúe el proceso de diálogo abierto y sincero que ha mantenido hasta la fecha el Ministerio de Transporte con todas las partes implicadas en la actividad para la consecución de los objetivos antes expuestos, la economía española podrá disfrutar de unas arterias fluidas y sanas por las que discurran nuestros productos en todas partes del mundo.

es presidente del Consejo Empresarial del Transporte de la CEOE y vicepresidente de la CEOE.

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