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Txomin del Regato

PATXO UNZUETAEl humorista vasco, que registra en 1968 la quiniela taurina, acusa de plagio a los empresarios y toreros que piensan lanzarla ahora

Procedente de Sesma, la tierra del estropajo, Jesús Prados llegó a Bilbao a mediados de la década de los veinte, años en los que su ciudad adoptiva se debatía entre el nunca del todo abandonado aldeanismo originario y el estrenado cosmopolitismo de la nueva plutocracia industrial y bancaria. Antiguo botones de Radio Bilbao, eficiente empleado de banca más tarde, Jesús Prados, un jubilado navarro de 66 años cuyas gafas de grueso calibre desmesuran unos ojos ya de por sí prestos a ver más de la cuenta, fue, bajo el nombre de guerra de Txomin del Regato, un popularísimo personaje en los años cincuenta.Las puyas que los encorbatados villanos -los nuevos ricos, pero sobre todo sus orgullosos empleados- lanzaban contra los emblusados aldeanos que bajaban a la ciudad para vender sus hortalizas tuvieron pronto su réplica en el renacimiento del mito del rústico inteligente, de gran tradición en toda Europa. El mito, de origen tan escasamente rural como las crépes de txangurro o el ecologismo, se basaba en la figura del campesino de aspecto burdo pero mirada oblicua, poseedor de una superior filosofía natural, capaz de derrotar con su sabiduría espontánea al más culto de los barberos.

Treinta años más tarde, Jesús Prados, ya convertido en puntual empleado del sector bancario se quitó las gafas, se puso boina y blusa, achinó los ojos en gesto característico y comenzó a ganarse la vida en sesiones de domingo por la mañana, tratando de remedar, antes que el habla aldeana en sí, las imitaciones que del acento aldeano vasco había escuchado, siendo niño, a aquellos de entre sus conciudadanos más inclinados al género bufo.

Con el tiempo, algunos locutores de radio o televisión, así como determinados oradores políticos locales, acabarían por imitar, a falta de mejor modelo, el acento de Txomin del Regato cuando de dejar bien sentada su autoctonía se trataba.

Hombre polifacético, el de Sesma fue payaso, haciendo alternativamente de tonto y de listo, torero novel, actor cómico, cronista de fútbol, conferenciante ocasional, autor de obritas de teatro infantil y hasta inventor.

A esta última faceta pertenece su descubrimiento de la quiniela taurina, especie que inscribió en el Registro de la Propiedad Intelectual en 1968, es decir, mucho antes de que a los empresarios y ganaderos se les ocurriera la idea de adaptar a la fiesta el método del 1 -X-2.

En un reportaje publicado en el diario Pueblo el 19 de julio de 1968, el humorista, sin blusa ni boina, pero con sabidurencia y buen sentido, explicaba ya que, en su método, el 1 indicaría que el matador había cortado una oreja, la X que ninguna y el 2 que un par. El ciudadano Jesús Prados inscribió la idea en el Registro, la confirmó ante la Sociedad General de Autores e inspiró a Txomin del Regato un disco, que grabó en Hispavox, y en el que explica su funcionamiento con acento aldeano

Prados, conocedor de que empresarios, ganaderos y matadores, amparándose en la inscripción realizada en 1977 -nueve años después- por el empresario Barceló, se proponen poner en práctica a partir del próximo mes de julio la quiniela taurina, recuerda que la idea es suya y reclama sus derechos.

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