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Crítica:VISTO / OÍDO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El pintor y su deshonra

Vicente Molina Foix

A falta de dos capítulos para su fin, y con cuatro horas de metraje emitidas, parece ya el momento de hacer un balance sobre la serie Goya. Balance o sumario que, desgraciadamente, viene a confirmar los pésimos augurios que en estas y otras páginas se hicieron tras el primer episodio y la fría acogida que la serie ha tenido en los círculos profesionales y, cultos.Rodada con dinero y escrita a diez manos (¿no serán demasiadas?), Goya es una caricatura, si entendemos el término en la definición de F. Schlegel,: "conjunción pasiva de lo ingenuo y lo grotesco". Ingenua, por no decir ridícula, resulta la insistencia en ver la realidad vista por Goya como cuadros vivos directamente pasados al lienzo, treta de realización que ya irrumpía aparato samente en el primer capítulo, cuando el niño Paco prefiguraba, subido a la cucaña, su obra futura.

Serie convencional

Grotesco es el resto, aquellas es cenas y situaciones que quieren salirse de la convencionalidad es merada que marca la serie. Por ejemplo la chillona y mal realiza da carga de los mamelucos, con su sangre barata, o la visita del grupo de amiguitos al manicomio, escena truculenta en la peor tradición del cine fantástico, que se repetía con toscos subrayados expresionistas en el capítulo emitido anteayer, cuando Goya tenía una visión mientras posaban para él los criados del rey.

Que Goya sea mala no es un gran misterio. Lo verdaderamente misterioso es que TVE haya disputo 350 millones de pesetas y todos sus medios para un equipo cuya solvencia artística no estaba garantizada. Dejando a un lado la sospechosa nómina de cinco guionistas para empresa tan chata (¡qué diálogos! Pasan de lo trivial a la frase lapidaria de biografía ilustrada), lo más inexplicable es la elección de José Ramón Larraz para dirigir la serie más cara de nuestra historia televisiva.

¿Y quién es Larraz, preguntará el lector? Un modesto y mediocre director afincado muchos años en Londres (aunque, eso sí, de origen baturro), que allí obtuvo, bajo el nombre de Joe Larraz cierta notoriedad como director de películas de terror para el consumo interno. Reintegrado a España, Larraz siguió aquí esa carrera y realizó su mejor obra, Luto riguroso, drama sexual bronco y esperpéntico que en absoluto lo señalaba como director dotado de la sutileza histórica y el rigor dramático que Goya requería.

Doblajes

De la inconsistencia del equipo se desprende el hecho para mí más escandaloso de la serie: el que se haya doblado con engoladas voces de dobladores profesionales a los dos protagonistas centrales españoles. Y no es una rabieta -de lingüista o cinéfilo; TVE, responsable última de esta desfachatez, no debía ignorar que, además de fraudulento, es peligroso mutilar así una interpretación tan larga y esencial para la credibilidad dramática del todo.

De ese modo, Enric Majó, a .quien he visto interpretaciones teatrales meritorias, naufraga en su caracterización de personaje doliente y ausente, y hasta una actriz tan extraordinaria como Jeannine Mestre resulta desvaída cruzando los encuadres (ya que no puede hablarse de dirección de actores) con una voz fantasma.

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