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Cuando dos no quieren no hay pelea posible

Cuando uno no quiere, dos no se pelean. Así, el mercado bursátil, ante la falta de agresividad del dinero, no tiene posibilidad de protagonizar disputa alguna. Menos mal que el papel también se muestra pacífico y las simbólicas sesiones de contratación discurren en medio de un apacible clima.Menos tranquilo, sin embargo, se está volviendo el ánimo de muchos operadores, que comienzan a mostrar su disgusto por un bache del que responsabilizan a fenómenos ocurridos muy lejos de la plaza de la Lealtad.

A la hora de intentar resumir estos efectos indeseables para la bolsa habría que señalar, en primer lugar, las repercusiones del caso Buxeres, que están siendo más importantes de lo que se esperaba en un principio, ya que el arbitraje con Barcelona se encuentra prácticamente estrangulado en estos momentos. A su lado, el nuevo sistema de contratación bancaria está ayudando a recortar las operaciones con estos valores, ya que de hecho ha limitado las posibilidades de especulación, aunque esta consecuencia, sí hay que ser justos, es considerada como beneficiosa por algunos operadores del propio sector.

Pero quizá lo que más esté influyendo ahora es la situación política. Independientemente de actitudes ideológicas, el sentimiento que vive el parqué es que el Gobierno está perdiendo el rumbo y crea incertidumbres innecesarias en el ánimo de los inversores. El detonante de esta borrasca fue el anuncio ayer de que la central socialista, UGT, está dispuesta a organizar movilizaciones en contra del propio Gobierno del PSOE. Muchos analistas consideran que esta batalla nunca tendrá lugar y que todo se reduce a una maniobra de tipo electoralista. Precisamente eso refuerza algunas hipótesis sobre unas elecciones anticipadas, ayudadas por el nuevo paquete de medidas económicas, al que en bolsa casi nadie duda en calificar también de electoralista.

En todo caso, parece difícil que el mercado se reanime mientras no se den explicaciones oficiales sobre el tema de los intercambios eléctricos y mientras no se publique el índice de precios al consumo para el mes de marzo. Estos dos ' retrasos, junto a las confusas informaciones sobre las modificaciones en la nueva tabla de retenciones fiscales, no ayudan a la bolsa. Sobre todo si se tiene en cuenta que las juntas de las sociedades se encuentran a la vuelta de la esquina y que la última semana de abril y primera de mayo estarán presididas por otro paréntesis festivo. No es de extrañar que los inversores aguarden a que se despejen algunas incógnitas.

Así, poco importa que en estos momentos se hayan superado las tensiones monetarias y que el interbancario descienda día tras día, mientras que el banco emisor controla la situación al no tener que recurrir a las subastas de préstamos.

Los analistas consideran que el precio del dinero puede volver a subir después de que termine el pago de impuestos, a finales de mes, pero casi nadie espera un repunte significativo. Mientras, la contratación bursátil se ha situado ligeramente por encima de los 1.000 millones, lo que demuestra que la bolsa no goza de muy buena salud.

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