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Reportaje:

Los profesionales del tenis de mesa

Los 24 mejores jugadores de Europa disputan en Barcelona el prestigioso torneo Europa Top 12

Alex Martínez Roig

La minúscula bola tiene un diámetro inferior a los cuatro centímetros y un peso de entre los 2,40 y 2,53 gramos. Los jugadores profesionales la esconden entre sus dedos; la lanzan al aire -a veces hasta dos metros por encima de sus cabezas- y la colocan con sus paletas al otro lado de la red de una mesa verde de unos tres metros de longitud. Esa bolita llega a alcanzar los 150 kilómetros por hora cuando el golpe es violento. Los profesionales se entrenan horas y horas para dominar esa bolita y ganar millones.Parece fácil, pero es complicadísimo. Para ser un buen jugador de tenis de mesa hay que tener unos músculos predestinados. Todo el cuerpo tiene que estar preparado para una explosión de fuerza. Las piernas recorren kilómetros durante un partido; los brazos están siempre en movimiento; las muñecas se doblan continuamente en busca de efectos inalcanzables; y el cerebro funciona al 100 por 100en busca de la mínima debilidad del rival. De ahí que se necesiten largas sesiones de entrenamiento físico con un doble objetivo; afinar la velocidad y reflejos, y conseguir mayor resistencia para soportar los largos campeonatos. Se necesita una concentración extraordinaria para controlar la velocidad de un partido, los efectos constantes de rotación de la bola, y los reflejos imprescindibles para devolver el golpe más inoportuno. Ya en la elite, la diferencia es mínima, y entran en juego los factores psicológicos. Hay jugadores que se hunden cuando fallan un golpe fácil. Otros se crecen ante lo difícil.

Los 24 mejores jugadores de Europa están gastando sus paletas desde el viernes en el Palacio de Deportes de Barcelona. Su juego es espectacular, con saltos, movimientos, reflejos y velocidad dignos de los mejores atletas. Son profesionales. Es decir, viven de jugar al tenis de mesa.

El paraíso alemán

Que los jugadores de los países del área socialista se dediquen todo el día a un deporte parece entrar ya en la lógica actual. Pero es más difícil en el mundo occidental. En Europa se organizan torneos profesionales, en los que los ganadores reciben importantes premios económicos. Recientemente, en la República Federal de Alemania (RFA) se disputó un campeonato cuyo premio era un Porsche último modelo. El británico Desmond Douglas, uno de los participantes en el torneo Top 12, ganó unos 40 millones de pesetas en el último año. El dinero, sin embargo, está concentrado en pocos mercados. Así, la mayoría de los jugadores de elite participan en la Bundesliga alemana, representado a clubes con los que suscriben importantes contratos. Los jugadores de los países del Este más liberales, como Hungría o Yugoslavia, buscan a lo largo de su carrera los permisos necesarios para poder disfrutar del paraíso alemán.Suecia es en estos momentos la primera potencia del tenis de mesa europeo. Cuatro suecos están entre los cinco primeros en la clasificación europea. Los técnicos creen que su éxito está basado en la excelente preparación física que reciben todos los niños en las escuelas. Los suecos, como en el tenis al aire libre, han cambiado el estilo espectacular por la sobriedad del juego matemático. Juegan mucho más cerca de la mesa y huyen de las complicaciones que representa separarse de la mesa. Antaño había más espectacularidad, y los jugadores solían jugar a varios metros de la mesa.

La URS S domina en la categoría femenina. Los soviéticos utilizan el mismo sistema de selección que en el ajedrez. Los niños ya son controlados en las escuelas, y los que reciben mejores puntuaciones ingresan en centros especializados para potenciar al máximo sus virtudes en el tenis de mesa. En la elite femenina sólo hay una jugadora occidental, la holandesa Bettine Vriesekoop, cuarta en Europa y ganadora del Top 12 en 1982.

El caso de la holandesa Bettine Vrieskoop es singular. Nacida para este deporte en un país donde tiene tan poca importancia como en España, Bettine se ha encaramado a los primeros lugares de Europa a base de sacrificio. Se entrena seis horas diarias durante siete días a la semana, y su juego es tan superior al de sus compatriotas que es la única mujer que participa en las competiciones masculinas de Holanda. Y, para mayor sorpresa, ha ganado a todos los jugadores masculinos de su país.

España está en pañales. Según los técnicos extranjeros que han trabajado con los mejores jugadores españoles, éstos son demasiado vagos. No dedican tantas horas a los entrenamientos como sería necesario en un deporte cada día más difícil. Además, el clima tampoco ayuda. En un país de temperaturas bonancibles, como España, es difícil conseguir que los niños y adolescentes se entrenen cuatro y cinco horas en un local triste y gris, mientras el sol domina la calle .

La superioridad china

Gerard Bakker, el entrenador de Bettine, no se lo piensa dos veces cuando se le pregunta si el mejor europeo podría compararse a su homónimo chino: "Yo creo que el mejor europeo no podría ganar ni al número 50 en la clasificación china". El dominio de los jugadores de la República Popular China es aplastante. El tenis de mesa es el deporte nacional en China, y se calcula que lo practican más de 100 millones de personas.Existen diferencias radicales de estilo. Además de ser mucho más ágiles y rápidos, los chinos cogen la paleta sólo con dos dedos y con el mango hacía arriba. A diferencia de los europeos, que cogen la paleta con el mango colocado en la palma de la mano, los chinos utilizan sólo uno de los lados de la paleta, y desconocen lo que es golpear de revés. Esta diferencia permite, según los técnicos, un mayor dominio de la bola, un mejor movimiento giratorio de la muñeca, y una mayor potencia en los smash.

Los técnicos europeos han detectado, sin embargo, un retroceso en el tenis de mesa chino. Al no ser olímpico -aunque será deporte de exhibición en Seúl en 1988-, el tenis de mesa ha visto como parte de las ayudas gubernamentales se han desviado hacia la gimnasia y el atletismo. Los éxitos de los gimnastas -con las medallas de Li Ning en Los Ángeles- y del atleta Jianhua en salto de altura -con el bronce de Los Ángeles y su récord del mundo- son considerados como más rentables para la imagen del país. El tenis de mesa sigue siendo el deporte más popular, pero ya no está tan mimado como en la época en que fue utilizado como el arma diplomática que permitió el acercamiento entre Estados Unidos y China, en 1972, año en el que el entonces presidente norteamericano Richard Nixon realizó una visita oficial a Pekín. La diplomacia del pimpón parece ya jubilada.

Un francés con cara de chiste

Es enclenque, relativamente bajo, con poco pelo, y cara y apellido de chiste. Cuando se despoja de su modesto chandal y se coloca ante la mesa de pimpón, sufre una transformación absoluta. Salta, corre, se agacha, y golpea la bola con una facilidad descarada. El francés Jacques Secretin es, con casi 40 años, el único jugador que ha estado en todas las ediciones del torneo Europa Top 12, aunque nunca ha ganado esta competición. Secretin lleva 15 años entre los 12 mejores del continente y, además, ha ganado el suficiente dinero para vivir tranquilo el resto de sus días.Secretin, que no es tonto, aprovechó su dominio de la paleta para montar un espectáculo que lleva de ciudad en ciudad y con el que gana millones. En el espectáculo, Secretin hace reír a carcajadas. Para ello utiliza los mil trucos posibles. Desde saltar metros y metros, hasta sacarse dos o tres bolas de la manga en un saque y sorprender a su compañero con tres trayectorias distintas. De repente, Secretin va hacia la bolsa. Mete su paleta y saca otra minúscula, apenas más grande que la bola. Otras veces, la paleta sustituta tiene un diámetro de casi un metro. La mesa también sufre sustituciones, y Secretin se lanza a un desenfrenado peloteo sobre una mesa de dos palmos de longitud.

En Barcelona, cuando TVE le pidió permiso para rodar unas escenas de su peloteo con un jugador polaco, Secretin prácticamente ordenó al cámara que se colocase agachado en su lado de la mesa. Era un buen plano. La cámara recogía los golpes del adversario, y el francés se encargaba de devolver la bola detrás de la cámara. Nueva orden de Secretin, y el cámara se trasladó enfrente. El francés comenzó a saltar cada vez que golpeaba la bola. Los que le conocen dicen que nunca dejará la competición. Para él, jugar a tenis de mesa siempre es una diversión.

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Sobre la firma

Alex Martínez Roig
Es de Barcelona, donde comenzó en el periodismo en 'El Periódico' y en Radio Barcelona. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Deportes, creador de Tentaciones, subdirector de EPS y profesor de la Escuela. Ha dirigido los contenidos de Canal + y Movistar +. Es presidente no ejecutivo de Morena Films y asesora a Penguin Random House.

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