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Una larga cadena de discrepancias

, Las diferencias de José Luis Corcuera con Nicolás Redondo y otros responsables del sindicato se agudizaron con motivo de las negociaciones del Acuerdo económico y Social (AES), aunque ya se venía arrastrando un cierto malestar por las actuaciones públicas de Corcuera, que, en opinión de algunos sectores, había sobrepasado con mucho sus atribuciones. El enfrentamiento más duro se produce, sin embargo, en la reunión de la Ejecutiva de UGT en la que se plantea, por primera vez, la firma del AES. El texto que en aquel momento estaba sobre la mesa recogía una propuesta de la CEOE sobre mercado de trabajo en el sentido de que se estudiaría la situación existente en otros países europeos respecto a los expedientes de regulación de empleo y que el Gobierno promulgaría las normas necesarias para adecuar nuestra legislación.

José Luis Corcuera era partidario de firmar en aquel momento el acuerdo tal como estaba. Sin embargo, por primera vez, secretarios confederales que hasta entonces habían aceptado los criterios de Corcuera, y algunos muy ligados a él como Juan Mazarrasa, levantaron su voz contra la propuesta.

Fue José María Zufiaur quien, enfrentándose a las tesis de Corcuera, tuvo una intervención que, según testigos presenciales, situó los términos del debate. Zufiaur insistió en que había que seguir negociando el acuerdo, porque no se podía asumir en aquellos términos.

En el comité confederal que se celebró poco después para que la organización ratificara el acuerdo, los enfrentamientos volvieron a recrudecerse. La crítica más extendida fue la falta de información que habían tenido los responsables del sindicato por parte de la comisión negociadora y el escaso contenido sindical del acuerdo. En contra de lo que era la primitiva idea de UGT, el AES no era un instrumento para corregir la política del Gobierno. La federación de Construcción, encabezada por Manuel Garnacho propuso en aquel comité confederal que se aprobara una resolución interna -que no se haría pública- impidiendo que los representantes sindicales en las comisiones de seguimiento del AES pudieran tomar decisión alguna sin la autorización del comité confederal. En los turnos de réplica pidieron la palabra Antonio Puerta, secretario del Metal, y Matilde Fernández, secretaria de Químicas, ambos de la línea de Corcuera.

Cuando se produjo la votación, con profunda sorpresa, se observó que la propia Ejecutiva aparecía dividida y que Nicolás Redondo se había abstenido. La resolución se aprobó en medio de un gran escándalo.

Las fuentes consultadas coinciden en que estos dos hechos fueron el detonante de una situación que se venía arrastrando tiempo atrás. José Luis Corcuera se había venido pronunciando a favor de las tesis del Gobierno y del partido en temas económicos conflictivos y había mantenido posturas que chocaban con políticas que en aquel momento quería llevar adelante la UGT.

Algún ministro ha comentado con cierto humor que, cuando se preparaban las reuniones del AES, Felipe González preguntó qué haría la UGT ante la política del Gobierno y que se le contestó que "desde luego, Corcuera nos defenderá mejor que nosotros mismos".

A José Luis Corcuera se le acusa de haber acaparado un exceso de poderes hasta el extremo de que el presidente de Gobierno puenteara con frecuencia a Nicolás Redondo para tratar temas sindicales. Felipe González tuvo que oír en una entrevista mantenida con dirigentes ugetistas que "la Unión General de Trabajadores no era sólo José Luis Corcuera", cuando, parajustificar su falta de comunicación con la central, dijo que él ya hablaba con Corcuera.

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