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El injusto reparto de los ingresos por quinielas

El beneficio que obtienen los clubes de fútbol de los ingresos de las quinielas es injusto e insuficiente, según el autor del artículo, quien afirma que la Administración debería negociar seriamente con los clubes un reparto más equitativo para llegar a una solución global del problema económico que está en juego.

El fútbol es en España un deporte importante a todos los niveles. No sólo en el puramente competitivo es el deporte-rey, sino también en el económico el fútbol se erige como pieza angular que sostiene la economía deportiva española. Nuestro fútbol profesional se ha convertido en una actividad ecónomica que mueve anualmente miles de millones de pesetas y que se convierte en fuente financiera de la propia estructura deportiva.A nadie se le escapa el papel esencial que en esta misión de apoyo financiero juegan los ingresos de las quinielas. Los más de 50.000 millones de pesetas que anualmente se ingresan en concepto de quinielas constituyen una cifra nada desdeñable de la que se nutren -una vez repartidos los premios y cubiertos los gastos del Patronato- el Consejo Superior de Deportes, las diputaciones provinciales y más recientemente, las comunidades autónomas. Las quinielas proporcionan una cobertura financiera de unos 20.000 millones anuales al deporte español y la base de las mismas es el fútbol-espectáculo, el denigrado y conflictivo fútbol profesional que llena estadios, mueve pasiones y atrae a los aficionados quinielistas.

Acto inteligente

Las quinielas son algo más que un simple juego de azar como el bingo o la lotería. Tienen un ínterés basado en la simpatía de los apostantes, el acto inteligente -aunque luego resulte muchas veces inútil- de escoger unos signos y el conocimiento previo de unos equipos, una competición y el calendario de partidos. El quinielista necesita todos estos elementos para jugar. Aunque se podrá argumentar que hay grandes peñas, sistemas informatizados y empresas dedicadas profesionalmente a las quinielas, lo cierto es que la gran masa de apostantes son los quinielistas individuales, familiares o de pequeños grupos. Y ellos van a ver complicada su afición con la falta de información previa sobre las jornadas, decidida por el Comité de la Liga Profesional de Fútbol.

La actitud del comité no ha sido gratuita. Simplemente demostrativa de lo que puede pasar con las quinielas en el futuro si no se tiene en cuenta la justa reclamación de los clubes de aumentar su participación en la recaudación de las quinielas. En solo cuatro jornadas afectadas básicamente por la huelga y sus secuelas, el Patronato de Apuestas Mutuas ha dejado de ingresar 3.000 millones de pesetas, más de lo que los clubes de la Liga Profesioñal reclaman con todajusticia. Si el deporte rey, si el fútbol-espectáculo es el que da vida a las quinielas y sí este deporte lo llevan los clubes profesionales ¿qué hay de sorprendente que una parte de esos ingresos se destine a los clubes, que, por otro lado, buena necesidad tienen de esos dineros?

La reclamación ya venía de antiguo y no tuvo éxito hasta hace dos años en que, tras arduas discusiones, y merced a una brillante gestión del presidente de la federación, Pablo Porta, la Administración dio el paso decisivo de reconocer el derecho de imagen de estas entidades, aunque en el aspecto económico sólo cediera un rídiculo 1%. como contraprestación a ese derecho. Ese porcentaje, pequeñísimo si se tiene en cuenta la aportación de los clubes a las quinielas, debe ser ampliado como mínimo en un 5% de la recaudación. Hasta la fecha las quinielas no han tenido una repercusión apreciable en las economías de los clubes españoles y ya va siendo hora de que exista una relación de causa-efecto entre el origen de los ingresos y sus receptores.

La Administración

La Administración se muestra reacia a aceptar esta petición tan lógica como justa, alegando que los clubes no son buenos administradores de sus dineros y que, por tanto, no procede aumentarles las dotaciones. Esta explicación es cuando menos pueril, ya que, aunque fuese cierta, no se puede prejuzgar el uso, malo o bueno, que harán los clubes de esos fondos. Lo que se solicita es, simplemente, que se aumenten las dotaciones en un 5%, sin más consideraciones sobre la gestión posterior que del dinero se pueda hacer, ya que en una sociedad libre y democrática, la gestión de los administradores de las entidades privadas, como son los clubes de fútbol, sólo compete a sus socios o a los tribunales de justicia en caso de que hubiera transgresión de ley. Sería como si los ciudadanos nos negáramos a pagar impuestos a la vista del cuantioso, y en valores absolutos creciente, déficit público.

Tampoco se puede argumentar, como se ha hecho desde la Administración, que se ha perdido 3.000 millones de pesetas. No es exactamente así, porque el perfil del quinielista es mayoritariamente el de un ciudadano que juega sólo o preferentemente a las quinielas. Por tanto ese dinero existe, ya sea en el bolsillo del quinielista o en su libreta de ahorros, y quizás de lo que no ha jugado haya podido hacer mejor uso para sí mismo y para el país en general. En todo caso, se podrá alegar que han dejado de entrar en el patronato 3.000 millones de los cuales buena parte -y por la especial estructuración deportivo-financiera española- nutrían el deporte del país. Pero eso es otra cuestión, de la que los clubes no pueden aceptar ninguna responsabilidad porque no es de su incumbencia.

Este estado de cosas sólo tiene una salida. La reunión de ambas partes -Administración y Comité de Clubes- para estudiar posibles soluciones al tema, sobre la base ya reconocida por Hacienda del derecho de los clubes a su imagen. Un derecho que necesariamente debe evaluarse en forma muy distinta al exiguo 1% actual, ya que ese porcentaje ni se corresponde ni es suficiente, para compensar la aportación que los clubes realizan al fútbol español y a las quinielas.

La decisión del comité de no dar con antelación a la publicidad las jornadas futbolísticas y el hecho de que por tanto los partidos no figuren inscritos en los boletos acabarán disminuyendo la afición a las quinielas y, consiguientemente, sus recaudaciones, de lo cual sale perjudicada principalísimamente la propia Administración, que deberá sustituir con cargo a su presupuesto, y por tanto al déficit, la diferencia entre los previsto y lo efectivamente recaudado.

Solucionar este estado de cosas está en sus manos. Los clubes que saben de la justicia profunda de su reclamación están dispuestos a hablar seriamente del tema. La última palabra la tiene la Administración.

es presidente del FC Barcelona.

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