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Ante la nueva etapa de reflexión y melancolía

La aprobación de los Presupuestos del Estado es más simbólicaque real, ya que la redacción definitiva puede estar sujeta a enmiendas parlamentarias, al tiempo que el tratamiento fiscal de las inversiones permanece inédito. Pero la bolsa no ha podido ocultar su aplauso y superó el nivel del 150%, marcando una nueva cota máxima en lo que va transcurrido de año. Las lenguas viperinas comentaban que todo eran buenas noticias, hasta la huelga protagonizada por los inspectores de Hacienda.La ganancia de 2,27 puntos, sin embargo, no ha sido tan espectacular como habían previsto algunos analistas, que habían apostado por una subida de cuatro puntos en tan fausta ocasión. Es que las interrogantes pendientes no son nada despreciables. Además, no eran pocos los operadores que se habían puesto a cubierto, descontando previamente tal posible reacción. Así las cosas, el que más y el que menos prefiere aguantar su cartera, en espera del coletazo de este tirón alcista, que ayer se vio reforzado por la llegada de capital extranjero.

Pero la euforia no debe hacer olvidar la borrasca que se está fraguando a pocos días vista. La bolsa lleva demasiado tiempo conquistando nuevas ganancias y las plusvalías acumuladas terminarán por presionar igual que el vapor en una cafetera. No deben transcurrir muchas sesiones sin que las realizaciones, y esta vez en serio, se pongan encima de la mesa. Durante la jornada de ayer, algunos valores que están sobrevalorados en relación con los resultados empresariales sufrieron recortes significativos.

Y el panorama financiero actual tampoco justifica el mantenimiento indefinido del boom bursátil. Las rentabilidades de estos valores han disminuido en las últimas semanas y los líderes de este mercado, las compañías eléctricas, se mueven ahora en torno al 15%. Una rentabilidad cada vez menos competitiva con otros activos financieros.

La política de rebajar los tipos de interés acometida por el Tesoro, sin embargo, no está demasiado clara. La última subasta de pagarés demostró cierta intención oficial de no continuar ofreciendo el mismo precio por el dineió, pero también es cierto que la rentabilidad de otras emisiones previstas hasta finales de año no ha sido rebajada en el nivel previsto. Los analistan opinan que los 42.000 millones en deuda desgravable y los 20.000 millones en bonos a dos años tienen todas las posibilidades de colocación sin necesidad de ofrecer unos tipos del 13,25% y del 15,25%, respectivamente, que son juzgados demasiado altos como para incidir psicológicamente en ese pretendido abaratamiento del dinero. Hoy se fija la retribución para las obligaciones a largo plazo -donde el Tesoro prevé obtener más recursos-, y eso debe servir como guía para conocer las intenciones reales del Gobierno. Las rebajas registradas hasta ahora no favorecen a la renta variable.

Pero, a pesar de esos nubarrones, la bolsa prosigue en subida libre y todo permite augurar que la fortaleza de los valores eléctricos se verá reforzada gracias a las próximas ampliaciones de capital, que presionarán al alza las cotizaciones. Al mismo tiempo, los bancos no dejarán de acudir, más pronto o más tarde, a esa cita que parece marcada por el destino para relevar a las eléctricas cuando éstas pierdan el impulso que ahora las anima.

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