Un catálogo del horror
Por armas químicas se auele entender cargas con slustancias para uso militar que incapacitan, lesionan gravemente o matan a las personas a través de sus efectos fisiológicos. No deben confundirse con las armas, biológicas y las baocteriológicas y que actúan mediante la multiplicación de micro-organismos en el cuerpo humano, ni con arma s que usan elementos químicos, como las desfoliantes o el napalm, pero no directamente dirigidas contra las personas.En los cálculos internacionales sobre las armas químicas no se suele contar aquellas -gases lacrimógenos y otros- que se utilizan para el mantenimiento -del orden público y que, para ser letales o graves, requieren entrar en el cuerpo humano en grandes dosis. En un estudio que data de 1982, el Instituto de Estudios Estratégicos (IIS) de Londres divide los agentes químicos de estas armas en seis categorías principales según sus efectos: incapacitantes, vomitivos, sofocantes (éstos parecen no usarse ya), sanguineos, causantes de ampollas y neurotóxicos.
Los llamados agentes neurotóxicos actúan reaccionando con una enzima del organismo, lo que permite que, se produzca la aceticolina estimuladora. Así el sistema nervioso, pierde control, los músculos se contraen, se produce, cansancio, "parálisis y desorientación, afectando a la vista, constriñendo los bronquios, provocando náuseas y diarrea. Finalmente, si el organismo ha recibido una dosis fatal, se produce la muerte. Entre los agentes neurotóxicos figura el Sarin (GB en su denominación militar norteamericana), que produce efectos rápidamente -en cinco o 10 minutos-, principalmente a través de su inhalación.
Otro agente netirotóxico, el Soman (VX, que se supone es el estándar en la URSS), produce bajas al ser absorbido a través de la piel, y aún más por los ojos o por la boca. Los efectos, más lentos en llegar, son los mismos que los del Sarin, y la zona geográfica en que se ha disparado tarda varias horas en quedar libre de peligro. Otro agente de este tipo lleva el nombre de Tabun y contamina durante varios días la zona donde se haya empleado. Un 35% del almacenamiento norteamericano es neurotóxico,
El principal de los agentes formadores de ampollas es la Hiperita (HD o gas mostaza, él terror de la primera guerra mundial), que entra, en forma de vapor, a través de la piel y de los ojos. Afecta a los ojos, la piel y los pulmones, atacando las enzimas y co-enzimas de las proteínas, lo que causa inflamaciones, ampollas y destrucción de los tejidos, de forma que produce baja permanente o muerte en un plazo de cuatro a 24 horas. Puede tener un olor débil-La mejor terapia es una rápida descontaminación. La zona geográfica del ataque tarda varios días en descontaminarse.
Como agente incapacitante figura, aunque ya ha quedado obsoleto, el BZ, que produce efectos físicos y mentales, Causa aceleración del ritmo cardiaco, desorientación, estupor, sueño, vómitos y otros efectos imprevistos, impidiendo así a las tropas el desarrollar sus misiones. A través de la inhalación, actúa en cuestión de minutos, y su efecto dura horas o días. En principio, no es necesario un tratamiento médico para que el
En catálogo del horror
afectado se recupere. Entre los sofocantes está la clorina, mortal si se usa en grandes dosis.Los agentes sanguíneos (AC o CK) producen al respirarlos mareos, asfixia y muerte. En general, los agentes sanguíneos impiden que el organismo utilice el oxígeno que le trae la sangre, lo que lleva rápidamente al daño de los tejidos y a la muerte. Es un agente sumamente volátil y se dispersa rápidamente. Los atacantes tendrían que protegerse, con lo que se reduciría su eficacia de combate.
Existen medidas de protección contra estas armas y agentes, pero no siempre son eficaces. En este terreno de la protección la URSS, según los expertos, parece más adelantada, aunque las tropas de la OTAN en el frente central, donde se utilizarían estas armas, también se entrenan en la guerra química.
La descontaminación de las tropas afectadas llevaría de hecho a incapacitarlas para otras misiones militares, y a menudo, si no murieran en el campo de batalla o poco después, quedarían permanentemente lesionadas. Los efectos aquí descritos muestran el horror de la guerra química. Cualquier país con una industria química algo desarrollada podría fabricar estas armas.
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