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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Incertidumbres demócratas

DESPUÉS DE las últimas elecciones primarias que se han celebrado en diversos Estados de Norteamérica, los números indican que Mondale será el candidato del Partido Demócrata en las próximas elecciones de noviembre. Sin embargo, la mayoría teórica de Mondale es de muy pocos votos. Aún se pueden producir cambios. El mismo reglamento de la futura convención de San Francisco puede modificar el voto por el candidato con que se ha comprometido en un principio. Por lo tanto, de la primera etapa de la designación del candidato demócrata, la conclusión más evidente es que el Partido Demócrata está profundamente dividido. Que no hay una marea en favor de una de las posibilidades que se han presentado. Y que por lo tanto la convención de San Francisco será muy abierta. En ella se tendrá que decidir, y probablemente en reñidas batallas hasta el último momento.Sin duda Mondale representa lo conocido, la continuidad demócrata. Ha sido ya vicepresidente. Su candidatura convertiría la batalla de noviembre en una especie de reedición de la pugna de 1980 entre Carter y Reagan. Por lo tanto la victoria de éste sería aun más segura. Mondale cuenta con el aparato del partido y con todo lo que eso significa. Ha tenido el apoyo oficial de los sindicatos, y ello le ha permitido ganar en las mayores concentraciones industriales, sobre todo en el Oeste, en los centros tradicionales del poder político norteamericano.

Hart ha sido la sorpresa: desde el principio, en New Hampshire, y hasta el último momento, en California. No cabe duda que ha logrado introducir unos aires nuevos en la política demócrata. Nadie discute su superioridad intelectual; está rodeado además de un brain trust, de un equipo con personalidades de primera talla. Si Mondale recuerda a Truman, la figura de Hart significa una especie de nuevo experimento en la política norteamericana; algo parecido a lo que fueron, cada uno en su época, un Roosevelt o un Kennedy. Hart ha contado con los votos mayoritarios de la juventud y de los sectores de profesionales y técnicos, la fuerza sin duda más dinámica en la actual sociedad de Estados Unidos. Si Mondale tiene el aparato, Hart tiene el estilo.

Uno de los hechos más importantes de la campaña de las primarias ha sido, indiscutiblemente, la candidatura de Jackson. Ha logrado, en primer lugar, aumentar el porcentaje de ciudadanos de color incritos en el censo, y por lo tanto susceptibles de participar en la vida política. Pero su candidatura, movilizando la gran mayoría del voto negro, ha desbordado ese espacio. Jackson se ha revelado como un político de gran talla. Quizá ha sido la revelación más sensacional de la campaña. Con sus viajes a Damasco, a México, y el que ha anunciado a Cuba, ha hecho una demostración de audacia política. Ha materializado a los ojos de muchos ciudadanos que EE UU podría hacer una política diferente. Jackson tendrá un gran peso a la hora de las determinaciones definitivas en la convención de San Francisco. Pero su acción tendrá otras prolongaciones. En realidad, ha empezado a perfilar una nueva forma de autonomía de la minoría negra, y en cierto modo de las otras minorías nacionales, dentro del sistema político; una modalidad de pluralismo cuyos futuros desarrollos son imprevisibles.

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