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Los signos negativos terminaron por imponerse

Una importante reducción en el volumen de negocio, siguiendo la tendencia que había venido observando la bolsa en las últimas reuniones, ha sido la característica que definió el comportamiento de los mercados de valores nacionales en la reunión de cierre de esta semana, donde a la postre terminaban imponiéndose, al menos en lo que se refiere a la bolsa de Madrid, los signos negativos.En esta ocasión, las eléctricas no fueron capaces de responder a las esperanzas que se tenían centradas sobre ellas. Una demanda balbuceante, atisbada en el inicio de los corros de estos valores, resultó claramente insuficiente para enfrentarse a unas órdenes vendedoras que, si bien en número no resultaban excesivamente llamativas, lo cierto es que presentaban un trasfondo lo suficientemente importante como para hacer flexionar, a la baja (eso sí, sin llegar a representar en ningún caso un descalabro excesivo), los precios de los títulos de estas compañías. El módulo de pérdida, al que se ceñía, con una sospechosa fidelidad el mercado central, era de un cuarto de punto para los valores más significativos.

Lo más preocupante era que al término de las reuniones las posturas de los operadores a corto plazo se decantaban claramente del lado de las ventas. Es cierto que la condición de última jornada de la semana acostumbra a dotar a las reuniones de los viernes de tinos tintes menos optimistas que sus predecesoras, pero también es cierto que la festividad del próximo lunes, y con ello la inexistencia de las comités de inversión inter-sociedades de inversión que acostumbran a realizarse esos días, aportan un dato preocupante a la evolución del mercado en un futuro inmediato.

Por su parte, los valores bancarios realizaron un esfuerzo importante para galvanizar favorablemente una situación que no presentaba perfiles concretos al no haberse incorporado a los mecanismos ortodoxos de contratación, un número excesivamente elevado de títulos a la venta. Únicamente Banesto, con algo más de 9.000 acciones sin contrapartida compradora respaldaba los augurios de los más pesimistas. El resto de sus compañeros de grupo ofrecían discretos saldos compradores que oscilaban desde las 6.954 acciones de Santander, que mejoraban un entero, hasta las 776 de Popular que, curiosamente, encabezaba las mejoras con un avance de cuatro puntos en su cotización.

En el resto del mercado, hay que apuntar una vez más como signo característico un elevado índice de inoperancia que ni tan siquiera daba lugar a que se realizasen operaciones especulativas a corto plazo. Los grandes valores del mercado normalmente registraban discretas pérdidas, e incluso los títulos de algunas sociedades supuestamente en candelero, como era el caso de Explosivos Río Tirito tras el acuerdo alcanzado por la mayoría de sus acreedores para reestructurar su endeudamiento, registraban discretos recortes. En otro orden de cosas, los valores estrella, como han podido ser Urbis o El Águila, tampoco conseguían ofrecer resultados espectaculares. En el caso de la compañía cervercera, el precio de sus acciones perdía siete enteros, y ofrecía un incierto panorama al término de su contratación.

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