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Stuart Kelly,
un taxista canadiense de 57 años, y su esposa, Lilian, de 54, que trabaja en una lavandería, también sudaron bastante a causa de la lotería. La pareja, que vive en la localidad canadiense de Brantford, a 100 kilómetros al oeste de Toronto, tuvieron que esperar nueve días para conocer que les había correspondido el mayor premio dado hasta la fecha en la lotería norteamericana: más de 11 millones de dólares (unos 1.800 millones de pesetas) libres de impuestos. De momento se han comprado un coche nuevo y han hablado con su abogado para que les indique dónde pueden invertir su dinero, porque no saben dónde colocarlo.
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