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Jacinto de Sosa, solo ante el peligro

E. P. R. Barcelona El máximo organismo de justicia deportiva considera injusto su descenso y ordena su reingreso en la Primera División de fútbol

Es una espina que José Plaza, presidente del Comité Nacional de Árbitros de fútbol, tiene clavada. Le abren expediente por cualquier cosa, por cualquier frase, por cualquier situación, por cualquier motivo. Pero él sigue ahí, recurre que recurre. Ahora, el Comité Superior de Disciplina Deportiva, máximo organismo de justicia deportiva, ha decidido que su degradación, su descenso a Segunda División -al término de la temporada 1981-1982-, era injusta, nula e innecesaria. Jacinto de Sosa, aquel árbitro pequeño, delgado, vivaracho, ágil, escurridizo, acaba de ganarle una batalla importante a José Plaza. Sólo una batalla. La guerra sería cosa de todos y los otros no parecen dispuestos a nada. Ganar la guerra parece imposible.

Sus compañeros de hobby le admiran. Algunos no comparten sus criterios, pero todos se sientan en la butaca para ser espectadores de su lucha. Cuando se cruzan con él le dan palabras de aliento, le animan a seguir reclamando sus derechos. Esos derechos que ellos persiguen, pero no se atreven a reivindicar. "Yo creo que ellos se hacen el siguiente planteamiento: 'De Sosa se ha enfrentado a Plaza. Tiene razón. Ha ganado. Pero no arbitra'. Al árbitro, lo único que le interesa, que le motiva, le divierte, es arbitrar y, por tanto, sólo se plantea: 'Sigo arbitrando con la boca cerrada o me voy'. Algunos, muy pocos, se han ido. Los comprendo".Nació el 11 de mayo de 1940 -"nací el 11 de mayo de 1943 ¡miento!, no me quiero quitar años: ha sido un lapsus, nací en 1940, sí, sí, en l940"- y arbitró su primer partido oficial el 19 de marzo de 1955. Su ascenso a Primera División se produjo al finalizar la temporada 1977-1978. La guerra empezó en diciembre de 1981. Se convocaron elecciones a la presidencia del Comité Nacional de Árbitros. "Como soy uno de los chalados que cree que la democracia hay que ejercerla, me presento a las elecciones. Nadie se atrevía. ¿Que por qué? Muy sencillo, votaban 45 personas, Plaza tenía asegurados 22 votos - 18 presidentes regionales y 4 vocales, todos nombrados por él-, el resto eran 23 árbitros. Ganó por 22-9, lo que significa que mis compañeros no comparten su gestión".

Quedaban todavía seis meses de Liga y De Sosa arbitraría, curiosamente, únicamente tres partidos más y, al final, desciende. De Sosa recurre al Comité Superior de Disciplina Deportiva, que fallaría en su contra por estimar que su descenso no fue provocado por una sanción. Durante la pasada temporada 82-83, en Segunda, ha dirigido dos partidos. Uno en Oviedo y otro en Palencia. Y todo por colaborar en el diario Pueblo, con un artículo semanal en torno al mundo del arbitraje. El Comité Nacional estima que existe incompatibilidad entre ambas funciones -árbitro y periodista- y le abre expediente. "Como el delito lo consideraban gravísimo, deciden suspenderme provisionalmente, mientras estudian el caso y me paso 24 jornadas sin pitar".

Toda una vida recurriendo

De Sosa, todo un experto en cuestiones burocráticas, recurre nuevamente ante el Comité Superior, que le da la razón el 4 de febrero. El pequeño árbitro comete el error de salir en la Prensa anunciando que había ganado. Le abren otro expediente. Animado por su última victoria, decide interponer recurso de reposición por haber sido descendido a Segunda, recurso que acaba de ser fallado a su favor. "Espero que no desacaten la decisión del más alto tribunal deportivo, y me incluyan en la lista de árbitros de Primera División para la próxima temporada". De todos modos, no parece tenerlo muy claro.Para él ha sido una victoria moral. "Todos dicen que los ascensos y descensos de árbitros y la designación de colegiados para cada jornada no tienen explicación alguna, nadie protesta porque llevemos dos años sin hacer asambleas en los colegios territoriales ni en el Nacional y esto va en contra del reglamento de la organización, nadie se queja de que Plaza no rinda cuentas de su gestión deportiva y económica como es obligado, nadie dice nada. El árbitro sigue teniendo miedo a las represalias. No me parece mal, pero que sepan que la justicia deportiva está de nuestro lado, del lado de los que queremos que se cumplan las leyes, que prevalezca la justicia".

Y todo porque un día, cansado de que nadie defendiera los intereses del árbitro, creó la Asociación Nacional de Árbitros de Fútbol (ANAFE), al amparo de la ley. "Nos llovieron palos de todos lados, fundamentalmente, de la Federación". Plaza le insinuó que debía pedir la excedencia voluntaria, porque no podía arbitrar y ser secretario de la ANAFE. Otra incompatibilidad. Él la pidió por seis meses y Plaza se la prolongaría, posteriormente, por un año. "Ahora resulta que se han asociado todos: clubes, jugadores, federaciones. Todos. A ellos no los persigue nadie". Aún le queda un recurso ante el Comité de Apelación de la Federación. "Todos mis compañeros me dicen que soy cojonudo, pero que siga solo, que lo estoy haciendo muy bien".

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