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El 36,8% de la población activa ocupada española estaba afiliado a los sindicatos en 1981

El 36,8% de la población activa ocupada en España estaba afiliada a centrales sindicales a finales de 1981, según un estudio realizado por Equipo de Investigación Sociológica (EDIS), que ha sido editado por la Fundación Friedrich Ebert, informa Efe. La investigación se realizó en el último trimestre de 1981, mediante la realización de 2.000 encuestas, en 114 puntos diferentes de España, entre el conjunto de trabajadores susceptibles de haber participado teóricamente en las elecciones sindicales de 1980, lo que significa una población de unos 6.500.000 personas.Por sindicatos, la distribución de afiliados era de 897.000 para Comisiones Obreras (CC OO), seguida de Unión General de Trabajadores (UGT), con 806.000 militantes. Unión Sindical Obrera (USO) contaba con 225.000 afiliados; los sindicatos vascos ELA STV y LAB y el catalán SOC sumaban en conjunto 104.000 militantes; las centrales independientes, 98.000, y varios otros (CSUT SU y CNT), 260.000. Según el equipo de EDIS, estas cifras suponen una estabilización de la afiliación sindical tras dos períodos de variables claramente acentuadas.

El primer período sería el comprendido entre los años 1978 y 1979, en que se produjo una masiva afiliación sindical, que superó el 50% de la población activa, incluyendo en este caso a funcionarios y desempleados. El segundo período se produce tras esa etapa, registrándose un descenso de la afiliación sindical que el equipo EDIS estima en un 20%. Esta dinámica de la afiliación sindical de ascenso-descenso se estabiliza en 1981, configurándose un cuadro de militancia sindical del 36,8% de la población activa ocupada, sin incluir en ella a los funcionarios.

Motivos para no afiliarse

No obstante, la desafiliación sindical no afectó por igual a todas las centrales. Los sindicatos independientes fueron los que tuvieron una mayor pérdida de militantes que el estudio evalúa en un 35% Tras ellos figuran, con un 30%, CC OO y las centrales que operan únicamente en Cataluña y el País Vasco. UGT vería mermada su afiliación sindical en un 12%. La única central sindical que no se vio inmersa en este proceso de desafiliación fue USO, ya que consiguió doblar el número de sus afiliados con respecto al período 1978-1979.Los trabajadores que se habían dado de baja o no estaban afiliados a los sindicatos expusieron cinco motivaciones, para argumentar su postura.

Porcentualmente, un 29,5% manifestó que se había dado de baja del sindicato o no pertenecía a ninguno porque éstos "respondían más a los intereses de los partidos que a los de los trabajadores". Un segundo grupo, compuesto por el 28,3%, señalaba que "es igual afiliarse o no". La tercera motivación, con un 17,9%, era la de "no quiero líos". Con un 14,8% se encontraban los trabajadores que respondían que "'no me afilio por falta de unidad y pugna entre las centrales sindicales", y en último término, con un 9,5%, se situaban los que opinaban que "no hay ninguna central abierta a todos los trabajadores con cierta pluralidad ideológica".

El estudio de EDIS engloba estas cinco motivaciones en dos grupos homogéneos. En el primero estarían los que responden que "es lo mismo afiliarse o no" y los que dicen que "no quiero líos", que representan un 46%. EDIS califica las respuestas de este grupo como de "una clara falta de implicación en la actividad sindical".

En el segundo grupo quedarían inmersos los que responden con las otras tres motivaciones indicadas, los cuales representan el 53,8% de los no afiliados o desafiliados. Este segundo grupo de respuestas tiene en común para los autores del estudio "una clara y consciente crítica ante el proceder de los sindicatos, como partidismo, intolerancia, pugnas, etcétera".

El estudio contempla también el cambio de afiliación sindical, que se estima en un 18,6% del total de militantes pertenecientes a centrales de trabajadores. De este grupo, un 41,4% argumentó que cambió de sindicato porque al que pertenecía "no estaba de acuerdo con sus planteamientos internos". Un 33,5% opinó que decidió cambiar de sindicato debido a la falta de credibilidad y eficacia de la organización sindical en la que militaba anteriormente, y un 24,3% señaló que había sido debido a la política de su sindicato en sus relaciones con los empresarios.

Esta última respuesta se dio en dos sentidos: unos manifestaron que habían cambiado su afiliación sindical debido a la debilidad y concesiones que su anterior sindicato había mostrado ante los empresarios, y otros señalaron que lo habían hecho por la conflictividad y falta de realismo a la hora de negociación por parte del sindicato al que pertenecían.

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