Los drusos quieren seguir siendo libaneses
La comunidad drusa libanesa, 300.000 musulmanes asentados en la montaña de Chuf y en la región de Hashaya, zona central de Líbano, no quiere constituir un Estado independiente defendido por Israel, a pesar de la presión militar a que está siendo sometida desde hace diez días por las Fuerzas Libanesas (milicias cristianas unificadas) y el propio ejército israelí, que ha intensiricado su ocupación de la zona con intenciones disuasorias. En opinión de los notables drusos -jefes de las distintas familias que dirigen la comunidad- esta es la única razón del recrudecimiento de los combates en las localidades de Abey y sus alrededores, donde doce civiles han perdido la vida en los últimos días.
En Abey, al sureste de Béirut, un dirigente militar druso ha revelado que, desde su llegada el pasado junio a las montañas de Chuf, los israelíes han ofrecido a las personalidades drusas, principalmente religiosas, la posibilidad de crear un Estado, con la promesa de que contaría, desde un principio, con el apoyo decidido del Gobierno de Tel Aviv. La oferta israelí encaja en el supuesto plan judío, tantas veces denunciado por la izquierda libanesa, de dividir Líbano en varios y pequeños cantones confesionales.Tras la negativa de la comunidad drusa a separarse del conjunto del Estado libanés, el ejército israelí ha favorecido, según la opinión de los jefes milicianos drusos, la entrada en la región de Chuf de los soldados de las Fuerzas Libanesas, dirigidas por el principal aliado de Tel Aviv en el país, el Partido de las Falanges Libanesas, al que pertenece el presidente Gemayel, algunos de cuyos dirigentes han defendido también la tesis de un Líbano cristiano y varios pequeños Estados-satélites pertenecientes a las diferentes etnias y religiones que pueblan el país.
Jumblat, el líder
La comunidad drusa libanesa está dividida en dos clanes rivales: uno dirigido por el emir Majid Arsian y su hijo Faisal, y el otro, el más importante, por Walid Jumblat, líder del Partido Socialista Progresista (PSP) y del Movimiento Nacional Libanés, que tuvo una importante actuación en la reciente defensa de Beirut junto a los combatientes de la Organización para la Liberación de Palestina.
Walid Jumblat declaró recientemente a un semanario británico que "los israelíes nos están haciendo pagar nueslro rechazo a su proyecto de secesión del Estado libanés".
Los dirigentes drusos aceptaron en principio la solicitud de las Fuerzas Libanesas de abrir oficinas permanentes en la localidad de Abey, la primera en importancia de la región, pero últimamente, según han asegurado los dirigentes locales y corresponsáles de Prensa, no sólo han transformado esa oficina en un cuartel, sino que han instalado otros en las ciudades de Kfar Mata y Dakun. "Nosotros no hemos hecho más que defendernos", ha asegurado un jefe mifitar druso. "Ellos (las milicias cristianas) ha asesinado a una de nuestras jóvenes y han sembrado el terror en la región".
Los responsables de la comunidad drusa han denunciadó que cada vez que obtienen éxitos militares y obligan a los cristianos a replegarse, intervienen los solda dos israelíes, quienes, como ocupantes, son los responsable de mantener el orden. El ejército hebreo ha reforzado considerablemente sus posiciones en la zona. En los últimos días de la pasada semana ocupó la ciudad de Kfar Mata, en la que se habían registrado los combates más violentos, con dos carros de combate Merkava y nueve vehículos de transporte de tropas.
Los milicianos drusos exigen la retirada inmediata del ejército israelí de su territorio y están convencidos de que "cuando se vayan los israelíes se irán inmediatamente después las Fuerzas Libanesas", como asegura uno de los jefes de los combatientes. Prefieren que la región sea controlada por fuerzas internacionales, pero tampoco rechazan categóricamente la intervención del Ejército regular libanés, aunque han advertido públicamente que si los soldados libaneses llegan a las localidades drusas con intención de llevar a cabo operaciones de limpieza similares a las que han efectuado en Beirut, tendrán que irse otra vez.
Las milicias cristianas han esgrimido, para quedarse, su derecho a habitar en cualquier población del país, e Israel argumenta que su presencia en la región está sirviendo para salvar muchas vidas. En Tel Aviv, algunos centros de opinión han considerado "particularmente delicada" la misión de sus fuerzas.
Tras la actuación israelí en los combates de los últimos días en Aley y Kfar Mata, algunos soldados drusos han pedido su baja en el TSAHAL (Fuerzas Armadas Israelíes) y otros han desobedecido la orden de intervención, según informa desde Tel Aviv Victor Cygielman. El soldado Salim Halifa envió en los últimos días un telegrama al Ministerio de Defensa israelí con el siguiente texto: "En tanto que soldado druso no puedo servir en Líbano, donde mis hermanos drusos son atacados por los falangistas armados con equipo militar entregado por el ejército israelí".
La comunidad drusa constituye el 6% de la sociedad libanesa, inferior a los dos grandes grupos religiosos del país, los cristianos maronitas y los musulmanes sunitas. Los drusos son seguidores del califa Al Hakim (996-1021) y, al igual que los chiitas, herederos de Alí, están separados ole la ortodoxia musulmana marcada por el sector mayoritario, los sunitas.
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