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La depreciación de la peseta costará este año a la deuda exterior cerca de 300.000 millones

La depreciación de la peseta con respecto a las principales divisas en que está contraída la deuda exterior española acumulará este año pérdidas próximas a los 300.000 millones de pesetas, salvo que en los próximos meses se registre una improbable recuperación. Las entidades públicas y privadas han empezado a estimar estas diferencias por tipo de cambio, aunque pocas la incluirán en sus balances como gasto adicional, para reflejar sólo las realmente satisfechas por amortizaciones y tipos de interés correspondientes a 1982. Sin embargo, tanto en medios oficiales como privados se insiste en que la deuda total -unos 27.5% millones de dólares- está lejos de entrañar problemas de solvencia.

Los riesgos de tipo de cambio no pueden ser cubiertos en España para la deuda exterior con el habitual mecanismo de recurrir a los mercados de divisas a plazo, lo que ha favorecido la pujanza del nuevo mercado de créditos con interés variable en pesetas. Lo impiden, por diversas consideraciones, como en Francia, Italia y otros países, las normas del Banco de España. Si existe tal posibilidad para las operaciones de importación y exportación de bienes y servicios, la otra gran fuente de pérdidas cambiarías (las importaciones de mercancías, como se sabe, superan a las importaciones en más de un billón de pesetas al año).Por ello, y porque los deudores o prestatarios españoles han temido a lo largo de los últimos meses que se depreciara más la peseta, han mostrado mayor interés que otros años en realizar amortizaciones anticipadas, sin conseguir tampoco autorización, según fuentes oficiosas. Pero el problema de encarecimiento a cubrir en 1982 se ha paliado algo, globalmente, por la inflexión de los tipos de interés exteriores, el auge del mercado en pesetas y la reducción de la demanda de crédito debida a la recesión en grandes empresas tan inclinados a salir al exterior corno las autopistas y las eléctricas. A ello añaden algunos expertos que la baja de tipos de interés en Estados Unidos, si se mantiene, terminará por frenar la apreciación del dólar, a causa de las menores fugas de capitales hacia Norteamérica.

En cuanto al encarecimiento sobre toda la deuda viva, no ha sido mayor por su menor crecimiento durante este año, debido principalmente a cuatro factores: las autorizaciones iniciales de salida a mercados extranjeros no están siendo cubiertas, el déficit de la balanza de pagos por cuenta corriente será inferior al de 1981, y una gran parte del mismo será financiado vía descenso de las reservas en divisas (estimado para todo 1982 en unos 2.600 millones de dólares). En efecto, el año empezó con una deuda externa de 27.205 millones de dólares a cambios de mercado, que estaba al terminar el primer semestre en 27.441 y terminará el ejercicio en unos 28.000 millones de dólares, según estiman medios del Banco de España. Así pues, las amortizaciones (por encima de los 3.000 millones de dólares) van a ser casi tan importantes como las nuevas salidas.

Las estimaciones globales sobre los 300.000 millones de pesetas en pérdidas por tipo de cambio se aproximan a otras ralizadas por importantes, prestatarios. Por ejemplo, el Instituto de Crédito Oficial, cuyos 1.800 millones de dólares de deuda exterior suponen en torno al 5% del total, espera incluir en balances unos 11.000 millones de pesetas por diferencias de paridades.

Del total español, al comenzar el año un 63,9% estaba contraído en dólares (la misma divisa se utiliza para pagar el 65% de las importaciones), otro 14,3% en marcos alemanes, el 11,8% en francos suizos, el 3,5% en yens japoneses, y el resto en otras. Al terminar junio no había sensibles alteraciones de estructura: 17.829 millones de dólares en dólares, 3.862 en francos suizos, 3.058 en marcos alemanes, 866 en yen, etcétera. Y en el tiempo transcurrido el dólar ha pasado de 97 a 113 pesetas; el marco, de 43 a 45; la libra, de 185 a 195, y el franco suizo se ha mantenido en 53 pesetas.

El prestatario más afectado por la diferencia de cambio es el Estado. No porque sea el más importante (entre Estado y corporaciones locales reunían a finales de junio 2.781 millones de dólares, mientras el INI y sus empresas estaban en 5.638 millones), sino porque las autopistas fueron liberadas de tales riesgos desde 1974, en virtud de una Ley promovida por el ex ministro Silva Muñoz y que pasó tales pérdidas al presupuesto de cada año. La deuda de autopistas asciende a más de 3.300 millones de dólares, repartidos a partes iguales entre los créditos con aval o sin aval. El primer gran deudor privado son las empresas eléctricas (más de 6.200 millones, 22,8% del total a finales de 1981), seguido por autopistas (13%) y sector petroquímico (5%). Individualmente, la lista la encabezan Telefónica y Renfe, con más de 1.000 millones de dólares cada una.

Las pérdidas por tipo de cambio sobre deuda viva suelen ser llevadas a cuentas financieras y no amortizadas en el año en que se producen. Pero el Plan General de Contabilidad sí obliga a cargarlas cuando se paga el crédito. Por tanto, si no, se han considerado gasto antes, el cargó se ha de calcular entre la paridad a que fue contabilizado el crédito y la actual. Y la mayoría de los 3.102 millones de dólares con amortización prevista para 1982 fueron contratados cuando el dólar estaba a menos de 76 pesetas.

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