El discurso del Rey: una gran lección
Abc... ) Si alguien quiere. entender el momento de Historia que está viviendo España, difícilmente podrá hacerlo sin leer atentamente el discurso que ayer pronunció el Rey en la clausura de las celebraciones de la Pascua Militar. Un discurso ejemplar por su claridad y por su valentía. Porque si "el valor consiste en buscar la verdad y decirla", no careció el Rey de ese doble coraje. Y si un buen discurso es "pensar alto, sentir hondo, y hablar claro de lo que se piensa y se siente", altura, hondura y claridad sobreabundaron ayer en un mensaje que todos cuantos aman la libertad deberían tomar como norte e iluminación de nuestra singladura democrática.Comenzaba el Rey con un rotundo elogio de nuestras Fuerzas Armadas. Elogio merecido. Elogio necesario. Porque media docena de lamentables excepciones han podido nublar en la mente de muchos un hecho incuestionable a lo largo de todo el año pasado: la lealtad del conjunto de las Fuerzas Armadas, su serenidad ante los zarpazos, del terrorismo,sus oídos sordos hacia quienes trataron de conducirlas a aventuras de indisciplina, su "aguante" también ante los desenfoques del sensacionalismo que proyectaba a veces sobre la totalidad de las Fuerzas Armadas los errores y desviaciones de unos pocos.
Este elogio es doblemente merecido porque las Fuerzas Armadas están viviendo y realizando un cambio y una adaptación que, si es difícil para todos, lo es doblemente para el estamento militar ( ... )
Una vez más debemos un gran servicio a.don Juan Carlos. Sin heridas para nadie, con comprensión para todos, con la verdad en los labios, con la energía en sus exigencias, con el coraje de no callarse nada, ha vuelto a hacer un servicio impagable en la clarificación de una llaga que no debía emponzoñarse en esa delicada y vital relación entre Ejército y pueblo, entre Fuerzas Armadas y democracia. "El respeto aíderecho ajeno es la paz". Y ese doble respeto -del pueblo al Ejército y del Ejército a la legalidad- será la paz que España necesita.
7 de enero.
