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El "excesivo" crecimiento de los salarios

Con la publicación del informe anual del Banco de España correspondiente a 1980 ha vuelto a salir a la palestra el tema del, al parecer, desmesurado crecimiento de los salarios en España desde la crisis que se inicia en 1973-1974. Los datos utilizados por el informe han sido criticados desde estas páginas por Enrique Barón (véase EL PAIS del 10-6-1981), y defendidos posteriormente por José Ramón Alvarez Rendueles, gobernador del Banco de España (véase EL PAIS del 13-6-1981). A Barón no le parece fiable la encuesta de salarios del INE, y a sus argumentos cabría añadir que dicha encuesta probablemente sobreestima el crecimiento salarial por dos razones:1. Sólo cubre las empresas de más de diez trabajadores, y es más, que probable que los salarios pagados en las empresas pequeñas; sean inferiores o crezcan más despacio que los salarios de las medianas y grandes empresas.

2. Como reconoce el propio INE, en sus informes sobre la renta nacional y su distribución, en los últimos años (de 1977 para acá), la encuesta sesga al alza la evolución de, los salarios, debido a que los informantes de la encuesta han mejorado la información suministrada, al reducirse las fuertes discrepancias existentes antes entre los salarios base y los realmente percibidos (que corresponden a los llamados deslizamientos o flecos salariales).

Por otra parte, a Alvarez Rendueles no le convencen los datos basados en las estadísticas de convenios colectivos registrados, que es la alternativa pro puesta por Barón, porque sólo cubren una parte de los convenios colectivos, y porque los salarios pactados en los convenios difieren de los salarios realmente percibidos, debido, fundamentalmente, a los flecos salariales antes mencionados. A este respecto, cabría hacer dos puntualizaciones:

1. El registro que lleva el Servicio de Economía y Productividad del Ministerio de Trabajo desde 1976 es bastante completo, y el tanto por ciento de población asalariada industrial sujeta a convenio probablemente supera el 90%.

2. En los últimos años, como mencionaba el INE, se ha producido un acercamiento entre los salarios base (que son los pactados en los convenios) y los realmente percibidos, perdiendo peso relativo los flecos salariales, lo que da una mayor relevancia a la estadística de convenios colectivos y hace que resulte problemático explicar la discrepancia entre las dos estadísticas (encuesta de salarios y convenios colectivos) por los flecos.

Pero no es el propósito de este artículo seguir polemizando sobre la validez de las diferentes estadísticas de salarios existentes en nuestro país. Una cosa está clara: las estadísticas de salarios en España son muy deficientes. Por otra parte, malas o peores, tenemos que conformarnos con las que tenemos (aunque desde luego habría que tratar de mejorarlas de cara al futuro).

Lo que personalmente me parece más importante es la cuestión de la interpretación de las cifras y de los conceptos. Quisiera destacar en este artículo dos puntos a este respecto:

1. La interpretación que se suele hacer (y que hace el gobernador del Banco de España) de las fuerzas subyacentes al crecimiento salarial.

2. El concepto de crecimiento salarial excesivo, es decir, la cuestión de cuál es la variable relevante con la. que debe ponerse en relación el crecimiento salarial.

¿Qué hay detrás de los salarios?

Cuando se habla de crecimiento de los salarios se suele pensar en las demandas de los trabajadores (ocupados, naturalmente) para mejorar sus niveles retributivos. Si se dice que los responsables del paro son los elevados salarios reales, queda implícito que los responsables son los trabajadores. Pues bien, en la España franquista, esta afirmación, que parece casi una perogrullada, no reflejaba necesariamente la realidad, al menos totalmente. El mercado de trabajo español era un mercado fuertemente intervenido por la Administración, en el cual, las presiones de los trabajadores se ejercían de forma muy indirecta, cuando no eran abiertamente reprimidas. En los últimos años del franquismo, que coinciden con los primeros años de la crisis derivada del encarecimiento del petróleo, las presiones de los trabajadores se agudizan y toman un cariz cada vez más político (petición de reconocimiento del derecho de huelga y de los sindicatos de clase, etcétera), y la respuesta de la Administración fue tratar de comprar a los trabajadores mediante concesiones salariales. A este respecto, tiene interés señalar la discrepancia existente entre las cifras del Banco de Pagos Internacionales (BPI) para este período (1,8% y 0,9% para 1973 y 1974, respectivamente). y las de la encuesta de salarios (7,4% y 9,6%). Así, pues, en los primeros años de la crisis (1973-1975), los aumentos de los salarios reflejan una realidad bastante más compleja que la que se deduce de la afirmación de que los trabajadores trataron de defenderse de las reducciones de renta real impuestas por el encarecimiento de la energía.

Alvarez Rendueles insiste en que el aumento de los costes del trabajo tuvo su período intenso antes de 1977 (año para el cuál vuelven a discrepar el BPI y la encuesta. de salarios: 10,8 %y 4,5 %de crecimiento de los salarios reales, respectivamente). Nos queda, pues, por analizar el año 1976, año muy particular, en el que sin duda se unieron la explosión de las demandas de los trabajadores y los miedos de la administración y los empresarios a unos cambios políticos excesivos para dar lugar a un fuerte aumento de los salarios reales (el más fuerte de todo el periodo, según el BPI, aunque algo inferior al de 1975, según la encuesta de salarios).

En suma, es importante, en el caso de España, distinguir entre crecimiento de los salarios y demandas de los trabajadores, ya que dicha identidad sólo es plenamente aceptable a partir de 1977, período en el que precisamente el crecimiento salarial ha sido más que moderado.

¿Cuándo es excesivo el crecimiento de los salarios?

El segundo punto que quería abordar en este artículo ya lo expuse en un trabajo anterior desde estas mismas paginas (véase EL PAIS, 27-2-1981),"pero merece la pena, creo insistir en él. Si hacemos responsable a los salarios reales del paro es porque pensamos que han tenido una incidencia negativa en los excedentes empresariales, qtje son los propulsores de la inversión, de la cual depende, en última instancia, el nivel de empleo. Si este es el esquema teórico adoptado (y es el que adopta el informe del Banco de España), entonces cabe preguntarse por qué se recurre a una comparación internacional para demostrarlo. Más lógico parecería tratar de analizar los diferentes componentes que actúan sobre los márgenes de beneficios y tratar de cuantificar el peso relativo de los salarios. Para hacer dicho análisis, la comparación relevante es entre el crecimiento de los salarios y el crecimiento de la productividad (la diferencia entre estas dos magnitudes mide la variación de los costes puramente salariales de las empresas). Pues bien, según los datos de la contabilidad nacional, única fuente homogénea que permite realizar dicha comparación, con las únicas excepciones de 1973 y 1976, en todos los demás años del período 1973-1979 los salarios netos crecieron más despacio que la productividad, es decir, el coste puramente salarial disminuyó, y, para el conjunto del período, dicho coste disminuyó un 5,9%. No se puede sostener que los salarios hayan sido los responsables de la espectacular caída en la tasa de beneficios que se produjo en 1974-1975 y de la que los empresarios españoles todavía no se han recuperado, aunque sí parece que han recuperado posiciones.

Para terminar, quisiera comentar que la comparación internacional sí tiene relevancia cuando se aborda el tema de la competitividad con respecto al exterior. En este sentido, y en línea con los argumentos anteriores, y sin entrar demasiado en el tema, al hecho Inamovible de que los salarios reales han crecido bastante más en España que en los demás países industriales durante el período 1973-1980 habría que añadir otro hecho igualmente inamovible, y es que la productividad del trabajo también ha cretido bastante más.

Luis Toharia es profesor de Teoría Económica de la Universidad de Alcalá de Henares

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