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Entrevista:

"Los ancianos aportan a la sociedad mucho menos de lo que podrían aportar"

Entre los días 26 y 28 de mayo se va a celebrar en Madrid el VIII Congreso Internacional de Universidades de Tercera Edad, promocionado por la asociación del mismo nombre y el Ministerio de Cultura español. El tema genérico del congreso será «el envejecimiento de la sociedad, su humanización y el compromiso de la Tercera Edad», y se hará especial hincapié en el papel que los centros universitarios han de desempeñar en la integración de los ancianos en la vida familiar, social e institucional. Para participar en el congreso ha llegado a Madrid el presidente de la asociación, profesor Roger-Bernier, a quien hemos preguntado sobre el significado y objetivos del organismo que representa.

Pregunta: ¿Qué países integran la asociación?Respuesta. La integran Francia, Bélgica, España, Suiza, Suecia, Polonia, Estados Unidos, Canadá, Alemania e Italia. Sabemos que también hay aulas para ancianos en Australia e Israel. En Latinoamérica se están reorganizando las universidades con vistas a admitir a la Tercera Edad. En Africa no creo que haya este tipo de enseñanza. En general se da en países desarrollados, con una cierta tradición cultural, independientemente de que sean más o menos ricos.

P. ¿Qué función le reserva la sociedad actual a los jubilados, a los mayores de 65 años?

R. Las personas de la tercera edad, en teoría, han de ejercer una función igual que la de cualquier otro ciudadano. Pero en la práctica a la mayoría de estas personas se las da de lado a causa de su edad, porque existe la creencia de que en cuanto alcanzan los 65 años y se jubilan ya no son productivas, ya no son válidas. Entonces pierden categoría. Y esto no ocurre solamente a nivel social. Ocurre lo mismo en el seno de la familia: los jóvenes se casan, se marchan del hogar, y los ancianos se quedan solos y olvidados. Es ridículo pensar que una persona de 64 años y 364 días funciona y cuando cumple un día más, o sea, cuando cumple los 65, deja de ser útil de repente. No es así: esas personas saben que no están acabadas, que siguen siendo útiles todavía. Pongamos el ejemplo de la política: como hay un gran número de hombres y mujeres de la tercera edad, todos juntos tienen influencia en el avance o la detención del proceso político de un país. En consecuencia, tienen importancia en la vida de la comunidad. Y mucha importancia, además.

P. Entonces, ¿su opinión es que las personas mayores están infravaloradas, que se les exige mucho menos de lo que ellas en realidad son capaces de aportar a la sociedad?

R. Por supuesto. Aportan menos de lo que en realidad podrían aportar. Y es que consideramos que no son productivas y no hacemos uso de sus servicios, de su experiencia, y nos perdemos las ventajas de sus conocimientos. Ellos están capacitados para muchísimas tareas, diferentes a las que han realizado antes, pero en ningún caso tareas superfluas.

P. Los ancianos que pasan por, las aulas para tercera edad, ¿están más preparados para dar a la comunidad esos beneficios que usted indica que los que se meten en un fin con de la casa a llorar por su perdida juventud?

R. Sí, desde luego. Para empezar, los que acuden a las aulas adquieren agilidad mental. Se sienten más seguros, más confiados, mejor pertrechados para enfrentarse y entenderse con sus hijos, con sus nietos, con sus vecinos, para entender lo que pasa en el mundo en que viven.

P. Sin embargo, las aulas de tercera edad son un poco elitistas desde el momento en que no están al alcance de todos los ancianos, de unos que sufren trastornos físicos, otros que viven muy lejos de los centros de enseñanza, de otros que carecen de los conocimientos suficientes.

R. A eso le responderé una cosa: las universidades son siempre elitistas. No están al alcance de todo el mundo, pero están abiertas a todos, incluso a la tercera edad. Se puede llevar una mula a la fuente, pero no se la puede obligar a beber. El verdadero significado de la palabra elitista es una persona que ha sido elegida, escogida por y entre los demás. El deber de los elegidos es cumplir con un deber más grande que el resto de la comunidad. Por eso las universidades son elitistas, en el. buen sentido de la palabra. Si se toma de esta forma estoy de acuerdo; las universidades, sean las de la tercera edad, sean las de jóvenes, son elitistas.

P. ¿Por qué acuden los ancianos a las aulas universitarias? ¿Es por hacer lo que no hicieron en su juventud y en su madurez, o por encontrarse con gente de su edad, o por ponerse al día, o por matar el tiempo?

R. ¿Por qué acuden los jóvenes a la universidad? Como dice un proverbio chino, empieza uno a envejecer cuando deja de aprender. Es propio de la naturaleza humana tratar de superarse, de mejorar. No importa la edad. El anciano. tiene unas inquietudes, un deseo de aprender similar al de cualquier otro ser humano. Muchos de ellos no han podido estudiar durante su juventud. Otros fueron a la universidad y ahora vuelven a ella para recordar y ampliar los conocimientos.

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